¿Luz al final del túnel?
El país lleva cuatro meses en la mayor incertidumbre desde el regreso a la democracia. El mundo político, partiendo por el gobierno, ha estado paralogizado. Hasta ahora no ha encontrado una manera clara de abordar la crisis. Moros y cristianos parecen esperar que un milagro termine con los escándalos y encauce los procesos judiciales con […]
El país lleva cuatro meses en la mayor incertidumbre desde el regreso a la democracia. El mundo político, partiendo por el gobierno, ha estado paralogizado. Hasta ahora no ha encontrado una manera clara de abordar la crisis. Moros y cristianos parecen esperar que un milagro termine con los escándalos y encauce los procesos judiciales con el menor costo posible. Las frases que a diario escuchamos son tan obvias y evasivas, que en vez de disminuir la desconfianza la acrecientan.
Las declaraciones de Peñailillo y Elizalde dicen poco y no parecen creíbles. “Dejemos que las instituciones funcionen”; “reafirmamos el liderazgo de la Presidenta”; “todos los antecedentes están en el Servel”. Más desafortunada aún ha sido la imaginación conspirativa de que habría una operación para parar las reformas. La afirmación de Peñailillo de que “no daremos ni un paso atrás”, como si el problema se tratara de las reformas, revela una lejanía enorme de las demandas de trasparencia de la ciudadanía. Las autoridades políticas siguen estando en deuda respecto de explicaciones sobre los casos que ha conocido la opinión pública en la relación entre política y privados.
El mea culpa de Bachelet, pese a lo débil de su declaración, muestra una tenue luz al final del túnel, demostrando que el país espera que se asuma un reconocimiento respecto de las prácticas irregulares. Podemos coincidir en su reiteración de que Chile no es corrupto, porque la ciudadanía no está dispuesta a aceptar dichas prácticas, y por los procesos judiciales en curso. Sin embargo, es momento para sintonizar la condena social con gestos más audaces.
El movimiento se prueba andando, dice el dicho. Los pasos que vienen serán decisivos para resolver adecuadamente la crisis. Dependerá de cómo se presente y del apoyo tenga el informe de la Comisión Engel. Sería buen signo la apertura a ideas como la reinscripción de todos los partidos o el adelanto de elecciones parlamentarias. Se requerirá no sólo reformas legislativas, sino también gestos de libertad para ceder las posiciones de poder. Si se quiere una reforma de fondo, es necesario abordar también la relación entre financiamiento y administración pública, espacio que ha beneficiado a parlamentarios y partidos para mantener operadores a su servicio.