Venta de empresas chilenas
“No es malo que empresarios extranjeros compren estas empresas y se expandan en Chile y desde él”.
La semana pasada, la prensa informó de extranjeros interesados en farmacias Cruz Verde, operación que alcanzaría unos US$ 1.000 millones. En el último tiempo se vendieron CFR Pharmaceuticals y dos AFP, entre otros.
Hay dos miradasno especifica la segunda mirada a esto. Una la mencionan empresarios: los chilenos quieren vender, y la razón sería que la seguidilla de reformas y las incertidumbres que las circundan estarían induciéndolos a ello. La lectura política es obvia.
Esta opinión está equivocada en al menos dos sentidos.
Primero, este proceso se llama genéricamente de “fusiones y adquisiciones” y forma parte de la lógica capitalista. Los que venden lo hacen porque ven que el comprador tiene fortalezas que le permitirán crecer más: redes comerciales, apoyo financiero, tecnología, administración. Es la razón de CFR Pharmaceuticals: su fallida expansión en Sudáfrica le habría dado una dimensión internacional relevante y sus dueños decidieron vender a un extranjero, Abbott.
Segundo, Chile está cambiando y en los próximos 20 años será distinto de los últimos 20. Se ha incrementado la tributación a las empresas, que afecta decisiones de inversión de los propietarios actuales. Es probable, si se aprueba la reforma laboral, que los gerentes deban interactuar más frecuentemente y con menos grados de libertad con los sindicatos de sus empresas. Es posible que ello signifique que la participación del capital se reduzca y crezca la del trabajo. Es verdad que, en algunos sectores como educación, la maximización de utilidades no se cree que coincida directamente con el objetivo social del sector. Es razonable, entonces, que a algunos empresarios chilenos les parezca que las cosas están cambiando tanto que es mejor aprovechar el interés de extranjeros y vender ahora.
¿Esta sería la segunda mirada?Así, si las reformas son así de críticas para algunos empresarios chilenos, no es malo que empresarios extranjeros, que están más o menos acostumbrados al tipo de reformas que Chile impulsa, compren estas empresas y se expandan en Chile y desde él. Desde la perspectiva del país, puede ser mejor: los empresarios recién llegados no sólo pueden tener conocimientos específicos que fortalezcan el negocio. Quizá tienen mejores herramientas para lidiar con un entorno institucional más estricto: mayores exigencias laborales y medioambientales, mejores requerimientos de transparencia y rendición de cuentas entre otros.
Chile avanza hacia mayores estándares de funcionamiento como sociedad. El empresariado chileno debe adaptarse, y la competencia que hoy imprimen los empresarios extranjeros por la propiedad de empresas es algo sano para la economía y sano para la política chilena.