Los valores de nuestro patrimonio
Por Gabriel Matthey Correa
Facultad de Artes U. de Chile
Por Gabriel Matthey Correa
Facultad de Artes U. de Chile
El último domingo de mayo se celebra el Día del Patrimonio. Puertas de instituciones y edificios emblemáticos se abren al público. Se respira un ambiente distinto, republicano, de paz y fraternidad. Es una oportunidad para conocer hitos y símbolos importantes de nuestro país.
Se rompe con muros físicos y mentales, dando lugar a momentos de asombro y reflexión. La gran maquinaria de la rutina se detiene. Chile se desprende del mundo globalizado y se vuelca a sí mismo, a su sociedad, historia, cultura e identidad. Es un mirarse al espejo y re-conocerse como parte de un conjunto de significados que nos dignifican, fortaleciendo nuestro sentido de pertenencia, autoestima y sano orgullo por lo propio.
Pero el patrimonio es mucho más que monumentos, íconos y edificios emblemáticos. Se trata de un sistema dinámico, simbólico, de valores tangibles e intangibles, que se manifiesta activamente en múltiples planos. Incluye el conocimiento, las artes, los tesoros humanos vivos, las fiestas costumbristas, las lenguas originarias e íconos naturales, nuestros platos típicos, entre otros.
El patrimonio es vivo y pujante, plataforma existencial, experiencia vivida, sistema de referencias y retroalimentación que le da sentido y contenido humano a nuestro país. Es la memoria y sabiduría necesarias para vivir y convivir pacífica y constructivamente dentro de un mismo territorio, con identidad y sello propios. Es la memoria de una cultura viva que se construye día a día por la sociedad, permitiéndole ser ella misma.
Sin memoria no hay cultura, ni ser humano ni humanidad posibles; no hay tejidos de experiencias y significados que nos permitan fundamentar nuestra vida más allá de la mera conservación de la especie; no hay posibilidad de construir valores permanentes que nos ayuden a elevar nuestro espíritu y gozar de cierta trascendencia. El patrimonio nos permite conocer nuestro pasado profundo, nuestro presente y proyectarnos hacia un futuro también profundo.
Por ello, el patrimonio no es cuestión de un domingo, sino de los 365 días del año, incluyendo espacios públicos y privados. Todos somos protagonistas de la sociedad y cultura que construimos cotidianamente, a partir de nuestro barrio o localidad rural; de nuestros hogares, espacios, tiempos sociales y personales.