Signos positivos, signos negativos
“La Presidenta se pone una trampa, generando expectativas desmedidas que no podrá cumplir”.
La encuesta Cadem que mide semanalmente el efecto de la contingencia política, muestra por primera vez en varios meses un aumento en la aprobación y disminución del rechazo a la Presidenta Michelle Bachelet. Ello confirmaría que el cambio de gabinete y el discurso presidencial del 21 de mayo, fueron bien recibidos por la opinión pública y es probable que esa valoración positiva tenga que ver con el cambio del tono de la Presidenta y de los nuevos Ministros, percibido en las últimas dos semanas.
Mientras el ministro del Interior Jorge Burgos partió sincerando sus posiciones respecto de temas controvertidos como la Asamblea Constituyente y, a la vez, se calificó como partidario de los acuerdos y orgulloso de la Concertación, el Ministro de Hacienda Rodrigo Valdés, también ha traído consigo una confianza de que las reformas que impactan en el crecimiento se harán con seriedad y diálogo. A su vez, la Presidenta en su cuenta pública hizo un sentido llamado a los chilenos, a creer en nuestro país. “Chile – nos dijo- es capaz de grandes cosas”, “Chile es un país sensato”. También nos invitó a “encontrarnos en el diálogo” para construir juntos una sociedad más inclusivo.
Desgraciadamente estos signos positivos se enfrentan, al menos, con dos grandes problemas que no han sido bien abordados hasta ahora.
Por una parte, la insistencia en el cumplimiento del programa concebido como un mandato casi religioso, empieza a chocar con la cruda realidad. La ciudadanía ya tomó conciencia de que esta obsesión programática ha llevado a reformas mal formuladas. Por otra, al seguir insistiendo en el carácter fundacional de este gobierno, la Presidenta se pone una trampa generando expectativas desmedidas que no podrá cumplir. Comete un error al reiterar que su gobierno marca un punto de inflexión y está sentando las bases de un nuevo Chile. Una retórica parecida le jugó una mala pasada al Presidente Piñera.
En política hay que ser modestos en las palabras y eficientes en los hechos. El sólo enunciado de obras, acciones y políticas públicas que enumeró la Presidenta en su cuenta es objetivamente destacable. Se ven avances e inversiones importantes en todas las áreas: desarrollo democrático, salud, educación, agenda cultural, espacios públicos, infraestructura entre otros. ¿Cuál es la necesidad de mantener el discurso fundacional?
En segundo lugar, el gobierno enfrenta un grave problema al no encarar el conflicto de credibilidad por los casos de financiamiento ilegal de las campañas. La principal debilidad del discurso de la Presidenta fue hablar de los “hechos que hemos conocido” refiriéndose a los escándalos de dominio público, sin agregar “que hemos tolerado y que hemos practicado”, admitiendo que ésta ha sido una práctica generalizada. Tarde o temprano tendrá que venir ese reconocimiento y mientras más se demore el mundo político en asumirlo, más difícil será recuperar la confianza perdida.