Avanzar sin tranzar
Resulta sorprendente que a pesar de la baja popularidad del Gobierno, éste aún siga adelante con las reformas. La única excepción fue la reforma electoral, que, aunque tuvo más apoyo, se encontraba entre las últimas prioridades de la población. ¿Por qué no cambiar de rumbo? ¿Es que la irracionalidad se ha instalado en el Ejecutivo […]
Resulta sorprendente que a pesar de la baja popularidad del Gobierno, éste aún siga adelante con las reformas. La única excepción fue la reforma electoral, que, aunque tuvo más apoyo, se encontraba entre las últimas prioridades de la población. ¿Por qué no cambiar de rumbo? ¿Es que la irracionalidad se ha instalado en el Ejecutivo y la Nueva mayoría? Sería una respuesta simplista.
Una hipótesis distinta permite sostener que éste es el resultado de varias consideraciones. Primero, la Nueva Mayoría está gobernando para sí. El 24% de apoyo en las encuestas le basta.
Existe coincidencia ideológica en los temas de las reformas; es decir, se las quiere aprobar, y aunque se diga otra cosa a final de cuentas la Cámara de Diputados es un buzón que aprueba las propuestas del Ejecutivo. Así, sin excepción, los parlamentarios de todos los partidos de la Nueva Mayoría han apoyado los proyectos.
Para el oficialismo, el problema de la baja aprobación de las reformas tiene que ver con un problema de comunicación y no de aceptación. Habiendo despejado todos los liderazgos díscolos y siendo reemplazados por otros con poderes acotados, Bachelet y la Nueva Mayoría se encuentran en una dinámica de poder que favorece a la primera, siendo capaz de ordenar y dominar a los partidos.
El tiempo se agota y es preferible absorber el costo ahora y no durante las próximas elecciones. Además, habida cuenta de que el proceso legislativo pasa inadvertido con la mediatización de los procesos judiciales, esto permite aprobar las reformas con menos estridencia.
Los efectos negativos de las reformas no serán inmediatos y la caída de popularidad es un costo inevitable, que podría ser recuperado conforme las elecciones dominen la agenda y la critica al Gobierno se desvíe a otros temas, en particular aquellos de carácter constitucional que tengan eco en la población.
Si bien pueden existir otras explicaciones adicionales, lo cierto es que éstas son suficientes para seguir impulsando sin autocríticas las reformas. No obstante, si la situación económica sigue empeorando y la popularidad cae al 20%, el escenario puede ser muy complejo.