Cuidado con Twitter
Por Eduardo Arriagada
Por Eduardo Arriagada
Conseguir que quienes nos siguen en Twitter se comprometan con nuestros mensajes, los apoyen y difundan, pasa por mostrarnos como personas normales. Se recomienda escapar de los estereotipos y ser espontáneos. La red permite que quienes nos siguen nos conozcan tal como somos.
Sin embargo, no pasan los días sin que sepamos de un político o una autoridad que pierde su puesto o prestigio por algo publicado en las redes. Esta semana el caso más comentado fue el recién nombrado Concejal de Cultura del nuevo equipo de la alcaldía de Madrid, Guillermo Zapata.
Antes incluso de comenzar su trabajo, un tuitero encontró en el historial de Twitter del novato político de Podemos una serie de mensajes ofensivos escritos en 2011. El que más alarma causó fue uno sobre judíos y un cenicero.
Zapata trató de evitar la denuncia dando a conocer a los medios que el mensaje citado estaba descontextualizado, que era una ironía y explicó que todos tenemos derecho a decir cosas. La primera decisión de la alcaldesa fue aceptar su renuncia.
Esta semana en la portada del diario chileno Pulso se denunció a una autoridad de la entidad reguladora de las empresas que manejan fondos de pensiones chilenos que había convocado desde Twitter a asistir a una manifestación con la etiqueta #No+AFP. El funcionario borró su convocatoria, pero los periodistas ya tenían el tuit original donde incluso copiaba a la diputada @camila_vallejo.
El problema no tiene tanto que ver con Twitter como herramienta, como con nuestro criterio. La recomendación es obvia: no debemos publicar nada que nos complicaría ver impreso en una carta a un diario con nuestra firma. Parece fácil, pero el vértigo que promueve Twitter y el carácter conversacional de sus contenidos muestra una y otra vez que al calor de la pasión muchos pierden la capacidad de evaluar correctamente la conveniencia de publicar algo.