Cuidar la imagen presidencial
“Aunque la credibilidad de la Presidenta no soluciona el problema político, es necesario un equipo que evalúe su imagen, con el fin de proteger la figura presidencial”.
Hace tiempo que las encuestas no están siendo favorables para la Presidenta Bachelet. El caso Caval afectó duramente en uno de los pilares más importantes de su capital político: la credibilidad. Pero a ese error no le siguió una solución estratégica que recuperara la confianza que la gente tenía en ella. Por el contrario, ésta siguió cayendo luego de su silencio de varios días para declarar que se había enterado por la prensa.
Aunque la credibilidad de la Presidenta no es la raíz del problema político actual, ni tampoco su solución, es necesario un equipo que evalúe permanentemente su imagen, con el fin de proteger la figura presidencial. Esta estraegia contribuiría a mantener en un sitial la imagen del jefe de Estado, lo que asegura, a la larga, un clima institucional confiable.
Los hechos posteriores a la caída en la credibilidad de Bachelet han demostrado la carencia de una estrategia clara en este ámbito. Basta ver lo que sucedió con el ex ministro Peñailillo, que recién llegada la calma apareció inmiscuido en el caso SQM y tuvo un quiebre público con la ex jefa de la Secom Paula Walker. Son problemas de manejo en el ámbito comunicacional que han significado la salida de funcionarios de confianza que contribuyeron a la llegada de la Mandataria a La Moneda y al cambio de aire de este segundo gobierno, pero que no tuvieron la capacidad necesaria para prevenir ni reaccionar ante frentes desfavorables.
De ahí en adelante, la falta de un equipo que se preocupe de proteger la imagen de la Presidenta se ha hecho evidente, llegando a captar la atención de medios internacionales, como la BBC, El País y The Wall Street Journal, que dieron cuenta de lo que estaba pasando con nuestra Jefa de Estado.
Lo que le pasa hoy a Bachelet les ha pasado a muchos jefes de Estado en el mundo, pero un buen equipo asesorque se preocupe de recuperar su imagen y credibilidad es lo que marca la diferencia entre una caída y una crisis.
Rajoy, por ejemplo, a poco andar de su gobierno descendió en las encuestas españolas debido al caso Bárcenas. El tesorero del PP apareció con cuentas millonarias en Suiza e inversiones en países de Europa y América, mientras se revelaban los mensajes telefónicos que mostraban los consejos del Jefe del Gobierno. Pero tras una inyección de publicidad, hoy Rajoy se apronta a competir de nuevo por el poder.
Cristina Fernández pasa por un momento similar, pues ha sido imposible convencerla de que cuide su imagen en las cadenas nacionales y de no cargarse de joyas. Evo Morales, por su parte, se maneja solo, al igual que hacía Pepe Mujica. Y esto también ha tenido sus costos.