Derecha y comprensión política
Por Hugo Eduardo Herrera
“Decir que la derecha necesita más densidad no significa convertir los partidos en academias”.
Por Hugo Eduardo Herrera
Cada generación política se halla enfrentada a un desafío: comprender políticamente la situación. Él exige atender prospectivamente a la realidad –del pueblo y el paisaje– y ofrecerle caminos de plenitud y sentido. Se requiere también beber de la fuente nutricia ofrecida por lo que mentes egregias han pensado: la teoría política.
En la respuesta a aquella pregunta –en la actividad comprensiva– se juega todo en política: si no se realiza esa comprensión, el sector político respectivo deviene máquina carente de espíritu.
Es lo que le ha pasado, en parte, a la derecha.
La derecha chilena tuvo un gobierno en muchos aspectos destacable (en grados que –todo permite vaticinar– la ineptitud del actual ya no alcanzará). Ha venido cayendo, empero, en las encuestas y en su presencia en organizaciones legítimas de poder.
Esta pérdida de presencia se debe a una crisis ideológica de amplio alcance: la derecha no ha sido permeada con pensamientos lo suficientemente sofisticados como para comprender de manera pertinente y vital la situación actual. Salvo excepciones, se ha inclinado a reiterar un discurso de Guerra Fría en un contexto radicalmente distinto. Ha tendido así a volverse mecánica.
No es marketing lo que le falta a la derecha, como se ha sostenido. Lo que se requiere es capacidad de entendimiento diferenciado y de justificación. Por ejemplo, pensar también en Montesquieu o en Hegel para captar lo que significa la libertad humana bajo condiciones de poder, así como el papel político que juegan la nación y el mercado, antes que asumir simplemente una noción de libertad excesivamente parecida a la de empresarios monopolistas.
Decir que la derecha necesita más densidad teórica para una mejor comprensión política no significa convertir los partidos en academias. Se trata, en cambio, de articular más vigorosamente la acción y la reflexión de los políticos más capaces con la de investigadores que estudien la política. Ya se ha dado primeros pasos, ente los que destaca el encuentro “Pensar la centroderecha” (mérito de Andrés Allamand y Jaime Bellolio).
En el largo camino por recorrer (largo, pues se trata de cambiar hábitos), la derecha cuenta con importantes tradiciones intelectuales a las cuales puede acudir en su esfuerzo de recomposición ideológica. Junto al cristianismo liberal y el liberalismo laico (las posiciones que han primado desde la Guerra Fría), también se hallan el socialcristianismo y las ideas nacional-populares, todas de amplia repercusión y reconocimiento en la derecha del pasado (una derecha, hay que decirlo, mucho más plural que la actual). Hoy, cuando los políticos más avanzados de la derecha hacen suyo el diagnóstico de una crisis ideológica, es tiempo de volver a pensarlas.