El hito “Pensar la centroderecha”
Por Hugo Eduardo Herrera
“Ya no sirve repetir subsidiariedad negativa, democracia protegida y propiedad, para obtener la adhesión del público”.
Por Hugo Eduardo Herrera
Así se llamó el seminario organizado por Andrés Allamand y Jaime Bellolio. Se dijo que fue diálogo de sordos, que varios de los políticos que intervinieron dijeron más de lo mismo, etc. Con todas sus limitaciones, el suceso, sin embargo, marca un antes y un después en la historia de la derecha chilena.
Por primera vez en décadas, se reunieron los políticos del sector con investigadores en humanidades que reflexionan sobre lo político. Con el hecho —mérito de los convocantes—, ha dejado ya de ser sólo un diagnóstico de iluminados “sin calle” el que la derecha se encuentra carente de un discurso pertinente.
Ese día aparecieron dos posturas, que se dejan identificar de forma nítida, respectivamente, con los políticos intelectualmente más y menos despiertos del sector. Y esto es significativo, porque al final se trata de ellos, son ellos los que han de hacerse cargo —y si no fracasan en su misión— del desafío de comprender iluminadoramente la situación.
Enfrentados al diagnóstico, hubo allí no pocos que parecen seguir creyendo en el discurso de Guerra Fría. Aunque no tienen las herramientas conceptuales para contrarrestar la propuesta renovadora, tratan de defenderse. Pero —y esto es lo importante— hay también un grupo no menor de políticos que están más a la vanguardia, por de pronto los mismos Allamand y Bellolio —pero no sólo ellos—, y que entienden, en distintos grados, que aquí se enfrenta un problema grave de ausencia de una comprensión política para la situación actual, problema ideológico cuya superación requiere mucho trabajo.
Ya no sirve repetir subsidiariedad negativa, democracia protegida y propiedad para obtener la adhesión del público. En la época del oligopolio, de pymes castigadas, de la postergación de las provincias y los barrios, cuando las pulsiones y los anhelos populares chocan con una institucionalidad política y económica devenida inadecuada, cuando irrumpe en la vida del país una clase media exigente e irritada, la derecha debe volver a conceptualizar diferenciadamente el mercado, el Estado y la nación o sociedad civil, y pensar cómo ellos se reorganizan y articulan de maneras auténticamente desplegantes. Recién cuando empiece a moverse en esa dirección —si lo hace— ese sector recuperará su vitalidad.
La derecha, tal como la conocimos hasta hoy, esa de Guerra Fría, que se volvió insensible a lo que está más allá de la economía, esa que sataniza a la izquierda sin dignarse a entender lo que están diciendo sus mentes descollantes, esa derecha ha comenzado a acabarse. El asunto es si terminará llevándose todo consigo o son más fuertes los vanguardistas y el sector comienza a realizar las labores del parto, del parto de una nueva comprensión política de la situación actual, una comprensión capaz de volver a ofrecer caminos de sentido al país.