El INE y la desconfianza
“Si estuviéramos en una larga crisis, los resultados de la encuesta nacional de empleo no sorprenderían”.
Si algo marca los tiempos que vivimos es la profunda desconfianza de la sociedad en todo y todos. Desde la experiencia propia de lo privado hasta lo público, estamos marcados por la profunda falta de credibilidad, vivimos en una sociedad que sospecha. Esta es una variable que deben incorporar en sus análisis actores como empresas, autoridades, profesores y muchos más; en general, todo el que ocupa una posición de autoridad, en el sentido más propio de la expresión.
En ese sentido, la credibilidad de las encuestas de actividad económica son uno de los activos más importantes de toda sociedad. Hemos visto el efecto devastador que ha provocado en Argentina el manejo de las cifras oficiales de inflación, valor del dólar, etc., las que han terminado perdiendo toda seriedad y validez.
Imposible no recordarlo a raíz de las últimas cifras de desempleo entregadas por el INE, que sistemáticamente vienen entregando resultados que no calzan con la percepción ambiental y que se explican por un aumento sorprendente del número de inactivos; es decir, personas que han dejado de buscar trabajo y han salido de la fuerza de trabajo.
Si Chile llevara largo tiempo en una profunda crisis económica —como España o Grecia—, los resultados de la última encuesta nacional de empleo en esta materia no serían tan sorprendentes. Pero ello no es así. Estamos lejos de una recesión que pudiera tener efecto en el interés por trabajar en casi un millón de compatriotas.
La situación no es fácil de explicar. El número de inactivos no ha aumentado de forma aleatoria, sino que en su mayoría son mujeres jóvenes de Santiago. Esto convierte al fenómeno en algo aún más extraño, ya que hay pocas explicaciones que permitan conciliar las cifras con la realidad.
El INE ha sido uno de los servicios públicos que ha enfrentado más problemas en el último tiempo. Su credibilidad se basa en su capacidad de producir cifras confiables, en responder con celeridad a las consultas y en una política de transparencia total sobre sus metodologías y resultados. Lo que hemos escuchado hasta ahora está lejos de eso. Al revés, sólo nos dejan con más dudas sobre qué es lo que está ocurriendo con el empleo en Chile.
Mi inclinación natural es creer que todo esto tiene una explicación técnica; antes que imaginarme una manipulación de las cifras de empleo, me represento la posibilidad de un error y de una mala política de información. Pero es necesaria una apreciación realista del entorno y, ad portas de una reforma laboral compleja y profunda, es indispensable que haya completa claridad sobre la situación del empleo en Chile. Necesitamos saber si estos cambios inesperados en la cantidad de gente que busca trabajo son un fenómeno real (y por lo tanto, debiera ser objeto de políticas públicas) o si es una ficción por problemas metodológicos.