Gala mapuche y We Tripantu
“Ya no basta con abrir la puertas de un teatro para dar espacio a la cultura, hay que abrir también los códigos de vestimenta, de lenguaje, de costumbres”.
El martes pasado se celebró, por segundo año consecutivo, la gala We Tripantu “Voces de la tierra” en el Teatro Municipal. Dos músicos de origen mapuche ofrecieron conciertos, para festejar esta fecha.
Para los mapuches, la celebración del We Tripantu, conocido como el Año Nuevo mapuche, es un agradecimiento por la vida que se renueva con el solsticio de invierno, permitiendo renovar esperanzas y proyectos.
Iniciativas como esta gala son muy positivas para conocer, difundir y valorar los rituales culturales de nuestros pueblos originarios.
El hecho de que se destine un espacio tan importante como el Teatro Municipal para ensalzar los ritos de la cultura mapuche le otorga a la efeméride la importancia que merece.
La gala constó de dos presentaciones musicales, de José Quilapi y Beatriz Pichi Malén, músicos doctos de origen mapuche formados en el extranjero, que mezclan música clásica con sus raíces indígenas. Ocasiones como esta hacen entender a la ciudadanía que la inclusión mapuche no se acaba con el debate de lo que ocurre hoy en la Araucanía, sino que la cultura mapuche está presente en todas las áreas.
Quizás lo más llamativo de la noche del martes fue algo que los propios asistentes mapuches hicieron sin pensar: llegar vestidos con sus trajes autóctonos. Esta demostración instintiva de apego a su cultura amplió los márgenes de lo que entendemos por inclusión.
Ya no basta con abrir las puertas de un teatro para dar espacio a la cultura, hay que abrir también los códigos de vestimenta, de lenguaje, de costumbres. En rigor, no basta con abrir espacios para la cultura, hay que ampliar la cultura misma.
Esta manifestación de la diversidad cultural en toda su expresión, que pasaba también por el público, fue además un puente muy llamativo que sirvió a la prensa para difundir el evento, por lo inusual de la gala. El Teatro Municipal, asociado siempre a la alta sociedad, la corbata y el vestido largo, dio paso a los mantos mapuches y joyas de plata.
Iniciativas como esta son dignas de imitar. Quizás no precisamente en el Teatro Municipal, pero sí que espacios importantes de la ciudad se abran para recibir ceremonias rituales de nuestros pueblos autóctonos. Y sería mejor si futuras celebraciones incluyeran no sólo la cultura mapuche, sino que la de todos nuestros pueblos originarios.