Gobierno débil y conflicto social
Cuando el nuevo gabinete aún no cumple el mes, empieza a sufrir los embates de un Gobierno ya desgastado en credibilidad y confianza. La falta de diálogo ha polarizado las posturas de muchos actores sociales y pareciera que la reacción de ciertos sectores de izquierda frente al anuncio de moderación del Gobierno ha sido la […]
Cuando el nuevo gabinete aún no cumple el mes, empieza a sufrir los embates de un Gobierno ya desgastado en credibilidad y confianza. La falta de diálogo ha polarizado las posturas de muchos actores sociales y pareciera que la reacción de ciertos sectores de izquierda frente al anuncio de moderación del Gobierno ha sido la radicalización de la calle.
Paro de profesores, marchas de estudiantes, paro de aduanas y paro de los sindicatos de la salud pública forman un cuadro complejo para un Gobierno debilitado producto del bajo apoyo ciudadano. El mejor ejemplo son las explicaciones del Intendente Orrego, que habría autorizado la marcha nocturna, con sus conocidas consecuencias en violencia y vandalismo, porque si no la autorizaba podía ser peor, ya que la marcha se haría igual. Qué mayor renuncia al concepto más básico de autoridad. Qué peor señal ante quienes están dispuestos a pasar por encima de los derechos de los demás por promover los propios. La gravedad del error del Intendente debiera poner en cuestión su continuidad.
El liderazgo político se mide mejor por la capacidad de una autoridad o Gobierno a decir que no, y no por la evidente debilidad de autorizar todo aquello que se les solicita, sin considerar la justicia de la petición o el resto de quienes se verán afectados por la decisión, pero que carecen de las mismas herramientas de presión.
Todo indica que distintos grupos de presión ya no van a esperar su turno. Si el gobierno no logra responder arriesga un clima de inestabilidad aún mayor.
El nuevo gabinete jugó sus cartas a favor del diálogo y de una reactivación económica que saquen al país de la desconfianza. Pero el tiempo ya empieza a jugar en su contra, si pasa más de un mes y no se ven mejoras en la conducción política y económica la esperanza surgida en torno al cambio de gabinete se terminará perdiendo.
Ya en los nuevos ministros se empiezan a evidenciar los primeros errores, por no contar con un plan, una hoja de ruta que les permita avanzar en sus labores y a través de su trabajo cambiar la percepción negativa que hoy se tiene del gobierno. No hay más tiempo para que la conducción política del gobierno muestre cambios y no caiga en los mismos errores de la anterior.