¿Limitar la reelección?
“Acotar el presupuesto de los incumbentes para evitar que se destine a campañas o fomentar primarias son otras medidas”.
La semana pasada, cuando la Cámara Alta bajó a último momento el proyecto (presentado en 2012) de ley que establecía límites para la reelección parlamentaria, los dardos llegaron contra los mismos senadores. Limitar la reelección aseguraría la renovación de rostros y parece un ejercicio muy democrático.
Sin embargo, una vez reposada la polémica, han surgido varias voces defendiendo la reelección parlamentaria. No se puede pasar por alto que la figura de un parlamentario es de representación popular. La renovación debe ser requerida por la ciudadanía, por representantes de partidos en que ellos confían. También hay que tomar en cuenta que un parlamentario demora en comprender a cabalidad el funcionamiento de la compleja máquina legislativa, y conjugarla con los intereses de la gente. Sería, a lo menos, ineficiente para el Poder Legislativo que, una vez que este parlamentario ha cobrado experiencia y reconocimiento en su cargo, no pueda ser reelegido, teniendo que obligadamente dar paso a novatos del partido, que quizás carezcan de la debida experiencia.
Uno de los que defendió la reelección de parlamentarios fue el ex presidente del Consejo Asesor Presidencial Anticorrupción, Eduardo Engel. Entre sus propuestas de probidad, la comisión no contempló el límite a la reelección parlamentaria, aunque sí el límite a la reelección de alcaldes. En ese sentido, Engel explicó que los alcaldes, a diferencia de los parlamentarios, son autoridades unipersonales que manejan grandes cantidades de presupuesto, y cuentan además con altos grados de discrecionalidad para la asignación de recursos. No sería el caso de los parlamentarios.
Limitar la reelección es una opción válida y democrática, pero también pueden tomarse en cuenta otras medidas que podrían controlar con efectividad el resquicio en el que han caído los parlamentarios cuestionados estos últimos meses, y que podrían ser complementarias a la decisión que se tome respecto de la reelección. Una de estas es fiscalizar y poner límites al presupuesto que manejan los incumbentes para evitar que se destine dinero a campañas electorales. Otra podría ser el fomento a las elecciones primarias para velar por el recambio de nombres.
Este es un tema que tiene que seguir discutiéndose para consensuar las opciones y lograr la mejor solución que regule el actuar parlamentario y así se pueda recobrar la confianza.