Macbeth
Señor Director: El lector Germán Gómez, en una carta del lunes, hace un interesante símil entre Macbeth y el actual drama político nacional. Macbeth puede ser, asimismo, útil guía y orientación para quienes tengan vocación de políticos, asesores, funcionarios o empresarios, en las distintas etapas de sus respectivas carreras. Al inicio de ellas les convendría […]
Señor Director:
El lector Germán Gómez, en una carta del lunes, hace un interesante símil entre Macbeth y el actual drama político nacional.
Macbeth puede ser, asimismo, útil guía y orientación para quienes tengan vocación de políticos, asesores, funcionarios o empresarios, en las distintas etapas de sus respectivas carreras. Al inicio de ellas les convendría saber, por ejemplo: “Para engañar al mundo, pareced como el mundo. Llevad la bienvenida en los ojos, en la lengua, en las manos, y presentaos como una flor de inocencia; pero sed la serpiente que se esconde bajo esa flor…” (I, v).
Al ser investigados o procesados les será ventajoso recordar: “¡Un rostro falso debe ocultar lo que sabe un falso corazón!” (I, vii), y: “Debe darse al olvido lo que no tiene remedio. Lo hecho, hecho está”, o: “¡Las cosas que principian con el mal, solo se afianzan con el mal!”, (III, ii). Tras el desafuero, defenestramiento, o condena final, podrán declarar: “El mañana y el mañana y el mañana avanzan en pequeños pasos, de día en día, hasta la última sílaba del tiempo recordable; y todos nuestros ayeres han alumbrado a los locos el camino hacia el polvo de la muerte… ¡Extínguete, extínguete, fugaz antorcha!…” (V, v).
Kenneth Ledger Toledo