Mantener el horario
“El establecimiento de un horario fijo no fue un capricho. El problema es que nunca se explicaron los argumentos que lo motivaron”.
Siempre en Chile hubo descontento cuando llegaba el día programado para el cambio de hora. Los argumentos eran los mismos que hoy: que afectaba la productividad, que no se producía ahorro. En ese entonces, los reportajes de noticiarios, las cartas al director y los reclamos de la gente iban dirigidos a que se estableciera un horario fijo.
En 1918 se estableció el huso -4 (cuatro horas menos respecto del meridiano de Greenwich) como horario estándar del país, y durante el gobierno de Frei Montalva se estableció el cambio de hora. El horario de invierno comenzaba el segundo domingo de marzo, y el de verano, el segundo de octubre.
Desde 1968, los chilenos estábamos acostumbrados a un cambio fijo. Pero durante el gobierno de Piñera, la regularidad de los cambios horarios comenzó a desaparecer. Primero, debido al terremoto de 2010, se aplazó el horario de invierno a abril, y luego en 2011, con el argumento de mejorar la productividad, el cambio se postergó hasta mayo, y el horario de verano comenzó en agosto. Volvió a cambiar en 2012.
Por fin este año el Gobierno decidió establecer un horario fijo. El problema, para muchos, es que el horario que decidió establecer fue el del huso -3, que corresponde al que utilizamos en horario de verano, y no al -4 que le corresponde a Chile por su ubicación geográfica. Esto no produjo ningún cambio durante los primeros meses, pero conforme se acercó el invierno comenzaron a percibirse más horas de oscuridad durante la mañana.
La ciudadanía y distintas autoridades se han manifestado en contra de la medida, con los mismos argumentos de antaño: afecta la productividad, no ayuda al ahorro energético; pero esta vez solicitando la solución contraria: devolverle al país el cambio de hora. El establecimiento de un horario fijo no fue un capricho ni un error de principiante del Gobierno. El problema es que nunca se ha dado una explicación clara de los argumentos que motivaron a establecer un horario que no le corresponde naturalmente a Chile.
Entre las virtudes del cambio se puede mencionar que se disminuye la delincuencia; la sensación de que el día se hace más largo porque otorga más horas de luz durante la tarde, con una hora más de día después del horario laboral; que en invierno igual había que levantarse de noche; que existe un ahorro energético efectivo por las horas extra de luz solar y, por último, que por fin se estableció un orden que define a largo plazo un horario fijo para Chile.