Segunda mirada: Celebrar, no destruir
Hace 28 años que Chile no llegaba a la final de una Copa América. La felicidad esperanzada de los chilenos por llegar tan lejos, y por ver la copa al final del túnel. Por eso, no han faltado las celebraciones, los asados, las fiestas y, seguido a cada triunfo, la infaltable celebración en la Plaza […]
Hace 28 años que Chile no llegaba a la final de una Copa América. La felicidad esperanzada de los chilenos por llegar tan lejos, y por ver la copa al final del túnel. Por eso, no han faltado las celebraciones, los asados, las fiestas y, seguido a cada triunfo, la infaltable celebración en la Plaza Italia.
Pero lo que antes fue fiesta hoy se ha transformado en caos. Ya se ha vuelto tradición que la mañana siguiente a un partido de Chile el sector de Baquedano amanece completamente destruido. Rayados en monumentos desde Universidad Católica hasta Salvador, y la señalética, rejas de los bandejones centrales, semáforos, tierra y unas cuantas rocas amanecen desplegados a través de la Alameda, provocando gran peligro. Incluso, durante esta copa han llegado a destruir las cañerías, inundando todo el sector.
El jolgorio por el triunfo de Chile no puede significar, por ningún motivo, la destrucción de la ciudad.
Teresita Clark H.