Segunda mirada: Jara a los anales de la historia
El fútbol europeo es un manjar a la vista: los mejores del mundo creando jugadas voladoras para hacer, sin faltas, los goles más hermosos del mundo. Partidos refinados para disfrutar, meñique arriba, el té de la tarde. Pero el fútbol sudamericano tiene otro sabor, y un poco más de picante. Como en Italia la venganza […]
El fútbol europeo es un manjar a la vista: los mejores del mundo creando jugadas voladoras para hacer, sin faltas, los goles más hermosos del mundo. Partidos refinados para disfrutar, meñique arriba, el té de la tarde.
Pero el fútbol sudamericano tiene otro sabor, y un poco más de picante. Como en Italia la venganza es dulce, en Sudamérica el fútbol es cochino. Tirones de camiseta, patadas al que domina e insultos y escupos varios tiñen el juego de ira y pasión. Y provocar al que está con problemas personales es parte de la ley de la cancha, donde gana el más fuerte.
Por eso, el triunfo del miércoles fue un acto de hidalguía de Gonzalo Jara, que representó el ideal del futbolista sudamericano. Reivindicó el penal que perdió y el autogol que hizo en el Mundial con un sacrificio heroico. Tomó una decisión valiente, exploró nuevas aristas y lo dejó todo en la cancha, llegando donde jamás había llegado nadie. Lo hizo por todos nosotros, y no podríamos estar más orgullosos.
E. Risopatrón