Segunda mirada: Más poderosa que el mismo Dios
A las mujeres jóvenes les gustan la ropa o los zapatos. Pero el placer oculto de las mujeres de edad más avanzada es mucho más sofisticado: el poder. Es una mentira que en este país dominan los hombres o los políticos. Las señoras, sin que nadie lo notara, se tomaron el poder absoluto del mundo […]
A las mujeres jóvenes les gustan la ropa o los zapatos. Pero el placer oculto de las mujeres de edad más avanzada es mucho más sofisticado: el poder.
Es una mentira que en este país dominan los hombres o los políticos. Las señoras, sin que nadie lo notara, se tomaron el poder absoluto del mundo a través de la burocracia, que aprendieron a dominar a la perfección. En cualquier ámbito, para cualquier trámite o necesidad, habrá una señora con la última palabra.
Están en todos lados. Madres, administradoras públicas, parlamentarias, profesoras o en la oficina de correos. Varias gustan de disfrazarse de secretarias de grandes empresarios o políticos. Para llegar a ellos, antes debes ganarte la simpatía de la representante del gremio.
Incluso para llegar a Dios hay que pasar por la más caprichosa, intransigente y malvada de todas: la secretaria de la oficina parroquial. Nadie se bautiza ni se casa si ella no quiere. Así de simple. Y no se le vaya a ocurrir morirse si ella no está de humor.
E. Risopatrón