Watergate
Señor Director: No somos pocos los que tenemos el recuerdo nítido de aquel día de agosto de 1974, con el ya ex Presidente de EE.UU. Richard Nixon haciendo el imborrable gesto de despedida y abordando un helicóptero, luego de renunciar a la presidencia tras el largo escándalo de Watergate. No es casualidad recordarlo precisamente ahora, […]
Señor Director:
No somos pocos los que tenemos el recuerdo nítido de aquel día de agosto de 1974, con el ya ex Presidente de EE.UU. Richard Nixon haciendo el imborrable gesto de despedida y abordando un helicóptero, luego de renunciar a la presidencia tras el largo escándalo de Watergate.
No es casualidad recordarlo precisamente ahora, en el contexto de nuestro Chile 2015.
Entonces, en 1974, tras casi dos años de ocultamiento y mentiras, Nixon no tuvo más alternativa. Arriesgaba un juicio y la destitución, además de un quiebre institucional sin precedentes.
Renunció, pero sólo luego de mantener engañado al país por más de dos años y de decidir conspirar para encubrir un hecho delictual tan sólo seis días después de ocurrido éste, en marzo de 1972.
Entonces eran los Liddy, Haldeman, Ehrlichman, Hunt y otros. Los nombres de hoy los vamos conociendo por entregas y seguramente, como ya ha quedado en evidencia, irán quedando en el camino, sin cargos, sin apoyo.
Pero ello no impide que el ciudadano común y corriente, y algunos de los que no lo son, se pregunten si es razonable suponer que actuaron solos, por iniciativa propia.
Parece ser que llegamos al punto en que el grado de suspicacia es tal, que los políticos se presumen culpables hasta que prueben su inocencia.
Luis Alberto Machuca Mardones