Academia y política, alianza potente
“Nos quedamos pegados pensando en que la economía es la solución para todos los males sociales”.
Hace unas pocas semanas, en un seminario que pretendía un diálogo sobre la Centro Derecha, algunos tuvimos la oportunidad de escuchar a cuatro interesantes charlistas. Digo algunos, porque muchos, y especialmente aquellos que tuvieron la oportunidad de tomar el micrófono, no fueron capaces de hacer preguntas y se limitaron a repetir sus ya conocidos discursos. Fue lamentable, se perdió una gran oportunidad. Puede que sea consecuencia del tipo de democracia que nos ha tocado vivir: una democracia amarrada o protegida, la cual nos hizo la tarea fácil y nos permitió gobernar, junto a la Concertación, gracias a los quórums, senadores designados, instituciones protectoras, etc… La transición fue bastante buena.
En este mismo escenario, el modelo económico, aportado por Chicago, contribuyó en la recuperación del país, pudiendo satisfacer las demandas ciudadanas y el desarrollo del país, por un tiempo prolongado. Así fue como nos quedamos pegados pensando en que la economía es la solución para todos los males sociales. Nos olvidamos que la economía, frente a una sociedad mucho más exigente, debe integrar razonamientos políticos si quiere satisfacer las demandas de los ciudadanos.
Por otro lado, tenemos un Chile desesperado por integrarse al mundo. El argumento que en todos los países desarrollados se hace esto o lo otro es crucial. Estimados amigos, les recuerdo que el mundo no es nuestra referencia, nuestra referencia es nuestra cultura: nuestras familias, barrios, comunidades. Recordemos al ex Presidente Sarkozy cuando dice: “Vamos a ir a la mundialización, pero desde Francia”. Pero, ¿cómo conectarnos con nuestra cultura si tenemos una política mezquina y peligrosamente populista, preocupada de la contingencia inmediata y que no está articulada con el sentir de su gente?
Sería un avance, el reconocer que en la derecha nos hemos acostumbrado a la falta de discurso político. No tenemos un discurso alternativo que nos lleve a capitalizar la mala evaluación del gobierno de la Nueva Mayoría.
El Chile de hoy parece no satisfacerse con el libreto conocido y no hemos estado a la altura para poder escuchar los anhelos, especialmente de nuestra gran clase media. Una clase media que siente miedo, miedo de perder lo que con tanto esfuerzo ha logrado.
Es hora que nuestro sector político le dé importancia al mundo de la academia y al de las humanidades, para así poder obtener una comprensión sofisticada de la realidad actual, evitando correr el peligro de querer adaptarse a los tiempos. Por el contrario, hay que entender e interpretar las tensiones ciudadanas para así adelantarnos y elaborar políticas públicas y de Estado, que vuelvan a reencantar a la ciudadanía y que realmente busquen el bien común.