Copa América III
Señor Director: Se ha sostenido, con razón, que Chile es un país presidencialista. En la monarquía se exige que el monarca se muestre como rey y si no puede hacerlo, porque se enamoró de una mujer divorciada u otro motivo, debe renunciar. Maquiavelo sostuvo que el príncipe debe comportarse como tal. La Presidencia de la […]
Señor Director:
Se ha sostenido, con razón, que Chile es un país presidencialista. En la monarquía se exige que el monarca se muestre como rey y si no puede hacerlo, porque se enamoró de una mujer divorciada u otro motivo, debe renunciar.
Maquiavelo sostuvo que el príncipe debe comportarse como tal. La Presidencia de la República no debiera considerarse de menor rango.
Nuestro triunfo futbolístico fue opacado por el irrespeto a la majestad del cargo exhibido por nuestra máxima autoridad. En efecto, en una nación en que sobran los problemas y en que tan bienvenido era conseguir el cetro de Campeones de América, vimos frustrada nuestra alegría por el comportamiento de la Presidenta de la República que, mostrándose como un hincha más, en lugar de iniciar el campeonato con un discurso alusivo al evento, prefirió pasar desapercibida en el estadio, quizás por temor al rechazo ciudadano.
Un Mandatario, y menos aún una Mandataria, no debiera mostrarse con una camiseta ajustada ni debiera ir a los camarines de los futbolistas, con ellos a medio vestir. Tampoco bailar con los deportistas eufóricos en nuestro Palacio de Gobierno.
Toda la pretendida mesura mostrada temerosa ante el público no sirvió de nada ante la realidad de las imágenes televisadas.
Patricio Mackenna Salas