Dilma hace lo correcto
“Grecia, Venezuela y Argentina demuestran el profundo daño que puede causar el dejarse llevar por políticas populistas”.
A sólo nueve meses de ser reelegida, la Presidenta Dilma Rousseff se encuentra con un nivel de aprobación del 9%, la más baja popularidad de un Mandatario brasileño desde el caos económico e hiperinflación de hace un cuarto de siglo. Esta semana se sintió obligada a negar rumores de que había contemplado suicidarse y negó tajantemente que esté considerando renunciar a su cargo.
Ha sido una caída extraordinaria, incluso considerando los violentos cambios de apoyo político frecuentes en Brasil. Por 12 años el Partido de los Trabajadores ha dominado la política del país, impulsado por el carisma del ex Presidente Luiz Inácio Lula da Silva y el éxito de sus políticas sociales. Rousseff nunca contó con el talento político de Lula y sus relaciones se han distanciado notablemente desde que el ex Presidente parece tener interés en presentarse nuevamente como candidato en 2018.
La figura de la Presidenta ha sido golpeada por el escándalo de corrupción que ha afectado a la empresa estatal Petrobras y por la desaceleración de la economía. Ella encabezó el directorio de Petrobras entre 2003 y 2010, cuando, según fiscales, miembros del PT se apropiaron de unos US$ 2 mil millones. El valor bursátil de la empresa ha perdido más de US$ 140 mil millones desde 2008.
Igualmente dañina fue su insistencia durante la campaña electoral el año pasado de que la economía estaba sólida, a pesar de contar con fuertes déficits fiscales, la caída en los precios de sus exportaciones agrícolas y una creciente inflación. A los pocos meses admitió que se requerían fuertes ajustes y designó a Joaquim Levy como ministro de Hacienda, quien implementó un programa de austeridad fiscal.
El gobierno ha optado por un duro camino para retener la confianza de los mercados financieros y recuperar el crecimiento de su economía. Recortes al gasto del Estado, mayores impuestos y la determinación del Banco Central de reducir la inflación, que ha superado el 8%, son medidas sanas y necesarias.
No será fácil para la Presidenta Rousseff recuperar el apoyo del pueblo brasileño, pero sus actuales políticas económicas merecen respaldo y tiempo para tomar efecto. Grecia, Venezuela y Argentina demuestran el profundo daño que puede causar el dejarse llevar por políticas populistas que sólo prolongan y profundizan la crisis de una economía fuera de equilibrio macroeconómico.