Francisco en El Alto
“El protocolo de estas visitas oficiales anticipa los textos de estos discursos a las cancillerías para evitar gaffes o pasos en falso al visitante”.
No habían pasado 40 minutos de su llegada a El Alto cuando el Papa Francisco tuvo que escuchar, en las palabras de bienvenida, la queja lastimera de Evo señalando que se encontraba en la patria grande a la que se le ha mutilado su derecho al mar por una invasión. La respuesta de Francisco, extraordinariamente elíptica, se limitó a señalar en su discurso que “el mundo es más que un problema a resolver”. Más tarde, en la Catedral de La Paz, ante invitados especiales, convocó en términos generales al diálogo franco y abierto, entre países hermanos, señalando que estaba pensando en el mar. Ha osado adentrarse en un límite que desconoce todo el proceso que se ventila en La Haya.
Normalmente, el protocolo de estas visitas oficiales anticipa los textos de estos discursos a las cancillerías para evitar gaffes o pasos en falso al visitante, quien, como en este caso, detenta la categoría de un dignatario mundial. La idea es no verse sorprendido por artimañas ni menos aprovechamientos en intereses ajenos.
La contundencia pastoral del texto de respuesta del Papa al saludo de bienvenida, corresponde a lo que se había señalado con anterioridad sobre el propósito central del viaje a Bolivia, Paraguay y Ecuador. Se trata de tierras conocidas, sobradamente, por Bergoglio y con raíces compartidas en su vida como pastor bonaerense. El itinerario mostró la admiración que le causa nuestra naturaleza como la belleza singular del paisaje y sus flores, la Amazonía y el Chaco, los pueblos originarios antiguos y contemporáneos, además del papel del idioma castellano para lograr la unidad en lo diverso.
Hasta coincidió con Evo en la opción preferencial por los excluidos, llamando a la promoción integral de las personas, en la educación de los valores y a no olvidar a la familia como la célula básica de la sociedad. Menos, dijo, olvidar que en el futuro y renovación de la sociedad debe haber preocupación por los jóvenes, quienes son la promesa del futuro, recordando con ello al beato Juan Pablo II en sus mensajes inolvidables en estas mismas tierras.
Si Evo esperaba más demostración papal para sus propósitos, va a tener que contentarse con lo que escuchó, aunque sería un craso error creer que se conformará con ello. Ha preparado el ambiente, incluyendo banderas chilenas con la leyenda reiterada sobre el mar. Quedan varias horas de visita en Bolivia y seguro que volverá a las andadas porque, en el fondo, la debilidad de su causa le lleva a intentar un pretendido apoyo que el Vaticano no le va a dar.