La nueva Alameda-Providencia
“Esta es una oportunidad única para recuperar el sentido republicano de la principal avenida de la capital”.
Oreste Plath, destacado estudioso del folclor y el costumbrismo nacional, contaba en 1949 la historia de la principal arteria de Santiago: “La Alameda fue lecho de un brazo del río Mapocho, delineada por un capitán y construida por los muchos prisioneros de Burgos. Su primer nombre fue Cañada”.
Cuenta Plath que fue en 1809 cuando un fraile franciscano trajo desde Mendoza los primeros álamos que le darían su nombre a la avenida. En esos años de lucha por la independencia, la avenida sirvió para recibir al Ejército, en ocasiones derrotado y en otras victorioso. En 1820, Bernardo O’Higgins ordenó su remodelación y la convirtió en el principal paseo santiaguino. La avenida fue hermoseada una y otra vez durante el siglo XIX, pero especialmente tras el nombramiento de Benjamín Vicuña Mackenna en la Intendencia.
Los transeúntes comenzaron a perder protagonismo entrado el siglo XX, con la llegada de los automóviles, hasta ser erradicados de ella casi por completo. En estos días los actores principales son los buses del Transantiago y los miles de automóviles. Los caminantes hoy son seres apurados, ajetreados, apretujados.
Lo dice Miguel Laborde: “Los peatones no tienen lugar, los ciclistas no tienen lugar, los buses y los autos no pueden avanzar y queremos que con este proyecto estos temas se solucionen y vuelva a ser el gran paseo de la ciudad”. El proyecto al que se refiere remodelará la Nueva Alameda-Providencia, en una extensión de 11,3 kilómetros entre el nudo Pajaritos por el poniente y Tobalaba por el oriente, e integrará las comunas de Lo Prado, Estación Central, Santiago y Providencia.
Los cinco finalistas se dieron a conocer esta semana. Todas las ideas contemplan un corredor de transporte público de alto estándar, una ciclovía en todo el tramo, paseos peatonales, áreas verdes y la renovación de importantes hitos patrimoniales, como Estación Central, La Moneda, el edificio central de la Universidad de Chile, Plaza Baquedano y la iglesia de la Divina Providencia.
El presupuesto estimado es de US$ 223 millones ($138 mil millones). La propuesta ganadora se conocerá en octubre. Esta es una oportunidad única para recuperar el sentido republicano de la principal avenida de la capital, que la convierta de nuevo en un espacio de encuentro y convivencia para todos los santiaguinos. El desarrollo inmobiliario, que indudablemente traerá aparejado, no debe ser lo único que se tenga a la vista al momento de evaluar el impacto de esta inmensa y costosa obra.