Lógica de la cooperación
“Cuando se propone cualquier cambio normativo, se debe ser realista y evaluar el impacto”.
La situación económica actual y la crisis de credibilidad general no permiten a las autoridades dar señales equívocas en materia de inversión y, consecuencialmente, en materia de empleo. Pero eso es precisamente lo que está ocurriendo con el proyecto de Reforma Laboral.
Al parecer, quienes elaboraron el Proyecto de Reforma Laboral asumen que Chile es un país al que le gusta el conflicto y que sus trabajadores y empresarios son también conflictivos. De otra manera no se entiende que la Reforma Laboral actualmente en tramitación en el Senado recoja fundamentalmente la lógica del conflicto para que los trabajadores obtengan mejores beneficios y, en teoría, mientras más se agudice el conflicto a través de una huelga sin reemplazo, los trabajadores conseguirán mayores y mejores beneficios, por la presión que esto pueda causar frente al empleador. Ese es el enfoque que trasunta el actual proyecto.
Esa lógica del conflicto no llevará a que mejoren las condiciones laborales de los trabajadores y es eso lo que las autoridades deben comprender. Lo que debe existir es la lógica de la cooperación.
Cuando se propone cualquier cambio normativo, se debe ser realista y evaluar el impacto del mismo en todos los actores involucrados. Se trata de escuchar, de mediar, de acercar posiciones respecto de normas que “vivirán” trabajadores y empleadores. Lo anterior es básico, pues serán esos actores los que deberán seguir conviviendo en la aplicación práctica de la norma, y para ello debe existir un convencimiento de la misma, no por la vía de la amenaza con la aplicación de una multa, sino por la convicción de que la aplicación de la norma es lo mejor para el entendimiento de las dos partes involucradas: trabajadores y empleadores. En ese sentido, transcurridos ya más de seis meses desde que se inició la tramitación de la Reforma Laboral, lo que puede apreciarse es que los hechos demuestran que sólo se ha escuchado y recogido las posturas de una parte, con los problemas graves que ello puede significar para el país.
Ahora que se está iniciando la discusión en el Senado no pierdo la esperanza de que parlamentarios y Gobierno cambien varias normas del proyecto y pasen de una lógica del conflicto a una lógica de la cooperación, y que piensen si en el año 1991, después de un período de mucha conflictividad social, lo pudieron hacer René Cortázar como ministro del Trabajo, Manuel Bustos como representante de los trabajadores y Manuel Feliú, por los gremios empresariales, cómo no vamos a ser capaces de hacerlo ahora 24 años después.
Michel Laurie
Abogado Senior Manager
Servicios Laborales PWC