Obama e Irán, pacto entre enemigos
“El acuerdo parece representar la mejor opción para limitar las ambiciones nucleares del régimen iraní”.
Estados Unidos, junto a Rusia, China, Gran Bretaña, Francia y Alemania, llegó a un acuerdo con Irán para imponer severos límites al potencial de su industria nuclear para producir una bomba por al menos una década, a cambio de levantar las sanciones económicas, impuestas por la comunidad internacional, que habían afectado gravemente su economía.
Irán aceptó entregar el 98 por ciento del uranio enriquecido que mantiene actualmente, limitar la cantidad que podrá producir en los próximos 15 años, eliminar dos tercios de sus centrífugos y modificar un reactor en construcción que habría sido capaz de producir plutonio suficiente para dos armas nucleares al año. La implementación de esas condiciones serán revisadas por el más estricto régimen de inspección jamás elaborado, a cargo de la Agencia Internacional de Energía Atómica. Se estima que si Irán abandona o no cumple el acuerdo, podría fabricar un arma nuclear dentro de un año, bastante más que los dos meses que le tomaría actualmente.
El Presidente Barack Obama se ha mostrado realista respecto de los alcances y las limitaciones del pacto. En una entrevista con el columnista Thomas Friedman reconoció que Irán es liderado por una teocracia autoritaria que es antiamericana, antiisraelí, y que financia y arma a grupos terroristas. Por ese motivo, su objetivo era acotado. Lo más importante del acuerdo, dijo, es que “éste es, por un amplio margen, el camino más definitivo para que Irán no obtenga un arma nuclear”.
Opositores republicanos en el Congreso no tardaron en criticar el pacto, acusándolo de fortalecer a Irán. El Primer Ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, lo llamó un error histórico que crearía un poder nuclear terrorista. Es importante notar que ningún opositor al acuerdo ha ofrecido alguna alternativa viable que logre impedir el acceso de Irán a un arma nuclear. Asimismo, el fracaso de estas negociaciones habría destruido el consenso en torno a las sanciones impuestas contra Irán y que lo obligaron a enfrentar a sus enemigos en una mesa de diálogo.
La historia demuestra que es posible sostener conversaciones productivas con adversarios profundamente hostiles. Richard Nixon lo hizo al dialogar con China, y Ronald Reagan logró importantes reducciones de armas nucleares con la Unión Soviética. El acuerdo no es perfecto, pero está basado en un detallado mecanismo de verificación y parece representar la mejor opción para limitar las ambiciones nucleares del régimen iraní.