Realismo sin renuncia
“No hay verdadero cambio de rumbo sin sincerar completamente qué es exactamente lo que no se va a poder cumplir de lo prometido en la campaña”.
De todo lo dicho el pasado viernes en el extenso consejo de gabinete, donde la Presidenta Bachelet buscó nuevamente darle rumbo a su gobierno, la frase que mejor resume su estado de ánimo y convicción, es la de realismo sin renuncia.
Porque eso es lo que ha pasado: es la realidad económica, política y social del país la que ya no pudieron seguir ignorando.
Las encuestas, así como las malas cifras económicas, bajo crecimiento, alta inflación y aumento del desempleo, derrotaban por amplio margen al discurso oficial de los brotes verdes. El nuevo ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, se ha ido empoderando con un discurso realista y duro, apelando a la responsabilidad y a los costos de no asumir hoy que una parte importante del programa no se va a poder cumplir. El gobierno se quedó sin margen para manejar una economía, que venía con el ventilador artificial del mayor gasto público hace rato, pero a un ritmo insostenible para nuestra realidad.
Hablar con la verdad y sincerar el verdadero estado del país, es un primer paso importante y debe ser valorado. Pero no es suficiente. No hay verdadero cambio de rumbo sin sincerar qué promesas no se cumplirán. Y si las razones son por falta de recursos debido al bajo crecimiento o por mala gestión, en que lo lógico es acompañar el diagnóstico con las renuncias de quienes no tienen la capacidad o no pudieron sacar adelante los proyectos.
Se requieren señales fuertes de cambio. No sólo en las formas, sino también en el fondo. No puede el Gobierno seguir haciendo lo mismo y esperar que las cosas cambien. Sin una rectificación profunda de las reformas, la mala evaluación de la ciudadanía y la pérdida de credibilidad persistirán.
Pero la Presidenta espera que esto último no sea necesario, tal cual como cuando comprometió la agenda pro transparencia o tras el profundo cambio de gabinete de hace dos meses. Siente que reconociendo que lo han hecho mal y bajando las expectativas será suficiente para seguir haciendo lo mismo. Ese es el sentido y significado del realismo sin renuncia, el voluntarismo sigue ahí latente, aunque termine siendo un error que comprometa al gobierno, con costos que terminen pagando electoralmente los partidos que la acompañan.