Segunda mirada: Amargura criolla
Por E. Risopatrón La semana pasada, los más variopintos personajes se tomaron este espacio de reflexión. Algunos de ellos, de dudosa existencia, intentando imitar, sin lograrlo, una pluma inagotable, llena de genialidad creativa, rebosante de sapiencia, exultante de conocimiento en artes, letras, filología, filosofía y actualidad periodística. El motivo de mi ausencia fue un viaje […]
Por E. Risopatrón
La semana pasada, los más variopintos personajes se tomaron este espacio de reflexión. Algunos de ellos, de dudosa existencia, intentando imitar, sin lograrlo, una pluma inagotable, llena de genialidad creativa, rebosante de sapiencia, exultante de conocimiento en artes, letras, filología, filosofía y actualidad periodística.
El motivo de mi ausencia fue un viaje a Río de Janeiro, en donde no pude del todo desconectarme de la contingencia nacional para zambullirme en la alegría de la samba carioca. Chile me invadía.
En un partido de Flamengo en el Maracaná (algo así como Colo Colo en el Nacional), la actitud pacífica y festiva de los hinchas de la galería llenó mis ojos de lágrimas, nostálgicas por una pequeña riña que trajera un toque de picardía.
Pero lo que más eché de menos fue la determinación de nuestras autoridades de gobierno, pendientes de nuestro bienestar. El sol de invierno de Río sale a las 6:30, pero se esconde a las 5 de la tarde. Sentí ganas de abrazar a mi ministro Máximo Pacheco. Qué falta le hace a la alegría brasileña un poco de la amargura chilena.