El daño del Estado docente
Por Cristián Larroulet
Jacinto Gorosabel
“El Estado docente fracasó pues, durante casi toda nuestra vida republicana, el crecimiento de la cobertura educativa fue lento, tardío y desigual”.
Por Cristián Larroulet
Jacinto Gorosabel
Tiene razón José Joaquín Brunner cuando, en la columna dedicada a nuestro libro “La educación en la encrucijada”, afirma: “Estoy convencido de que Larroulet y Gorosabel no comparten tal utopía de sociedad docente”. Ciertamente, la “sociedad docente” que describe Brunner parece ser más una quimera anarquista que un proyecto liberal y, naturalmente, creemos que nadie desearía tal cosa para Chile.
En “La educación en la encrucijada” planteamos que el Estado docente fracasó pues, durante casi toda nuestra vida republicana, el crecimiento de la cobertura educativa fue lento, tardío y desigual para la mayoría de los chilenos. Chile demoró más de cien años en universalizar el acceso a la educación básica y casi 180 años para masificar la educación secundaria. Mientras tanto, la educación superior fue un privilegio reservado para la élite, inalcanzable para la gran mayoría de los chilenos pero –paradojalmente– gratuita y financiada por el Estado. Las consecuencias de lo anterior persisten hasta nuestros días: pobreza, desigual distribución del ingreso y subdesarrollo.
Por lo anterior, coincidimos con Gabriela Mistral cuando dijo: “Me parece a mí calamidad el Estado docente, especie de trust para la manufactura unánime de las conciencias”. La sociedad docente que describimos y promovemos en nuestro libro consiste en un modelo que reconoce la participación del Estado en el establecimiento de un marco regulatorio que vela por el acceso y la calidad de la educación, pero que además respeta y asegura elementos esenciales de nuestro sistema educativo, como la libertad de enseñanza, el derecho a la educación, el derecho de elección y aporte de los padres a la educación de sus hijos y el emprendimiento de proyectos educativos.
La sociedad docente es tierra fértil para que germine la diversidad, porque en ella coexisten establecimientos educacionales públicos y privados; de entidades filantrópicas y de sociedades comerciales; laicos y religiosos; conservadores y progresistas; sin más requisito que respetar rigurosamente la legalidad vigente, cumplir con estándares de calidad establecidos y contar con la preferencia de un número suficiente de padres o estudiantes.
Lamentablemente, la Reforma Educacional en marcha representa un grave retroceso hacia el Estado docente, que ha puesto a la educación y al futuro de Chile en la encrucijada de tener que optar por volver al pasado o continuar adelante con la sociedad docente.