Exceso de velocidad
“La efectividad de las reformas crece si éstas enfrentan menos resistencia de quienes las vivirán en carne propia”.
¿Cómo saber si uno se desplaza a exceso de velocidad? El primer instrumento es una unidad de medida convencional: los km/h. El segundo es un límite arbitrario: 120. Así, uno sabe precisamente si va a velocidad excesiva.
En las reformas económicas, políticas y sociales, no hay elementos objetivos para saber si uno avanza a exceso de velocidad: no sabemos cómo medir el grado de avance ni hay límites explícitos. Para saber si la velocidad es correcta necesitamos observar el entorno y sacar conclusiones.
Una dimensión crítica es el entendimiento ciudadano de las propuestas. Para ir a toda velocidad primero se requiere saber dónde vamos, conocer el camino y estar preparado para mantener el control, ya sea esté despejado o llueva.
Respecto del primer punto, el Gobierno sabe hacia dónde ir. Quiere inaugurar un camino de cambios institucionales que permitan una economía menos desigual, una sociedad más pluralista y una democracia más participativa. Puesto así, estos objetivos son compartidos por una gran mayoría de ciudadanos.
Pero los instrumentos son causa de divergencia, porque instrumentos y objetivos están relacionados. En la derecha se piensa que lo esencial es el pleno empleo, y así proponen una regulación laboral flexible que disminuya los costos de crear empleos.
La centroizquierda además enfatiza el diálogo social para tender a una distribución más equitativa de los beneficios del crecimiento. Este diálogo se produce dentro de un marco que es la negociación colectiva, con sindicatos fortalecidos cuyo instrumento de presión es el derecho de huelga.
Los dos caminos parecen conducir al mismo lugar. Pero desde un lado se critica que la propuesta de la derecha genera menoscabo de los trabajadores, y desde el otro sector que habrá mayor conflictividad social.
¿Cómo zanjar el tema? Mediante el uso democrático de las mayorías. Pero esta diferencia Nueva Mayoría vs. derecha simplifica la verdadera complejidad del tema. De lado y lado algunos creen el argumento del otro campo: que la solución es pleno empleo y que es útil tener un sindicato representativo para negociar.
La efectividad de las reformas crece si éstas enfrentan menos resistencia. No en términos de votos en el Congreso hoy, sino de quienes las vivirán en carne propia, y que en el futuro podrían votar para revertir una reforma fracasada. Los afectados deben entender las reformas, su objetivo y su racionalidad instrumental. Mientras más contraculturales sean, mayor el esfuerzo pedagógico requerido.
Así podemos medir la velocidad de las reformas. Según las encuestas, tal entendimiento es débil. Esto sugiere que, aunque se posean mayorías para votar lo que el gobierno quiera, es prudente graduar el paso. No para cambiar de rumbo, sino para dar continuidad en el tiempo al esfuerzo reformador.