Reconciliación
Señor Director: La presencia de la señora Quintana en la televisión y la prensa escrita pudo haber servido como un factor de búsqueda de la anhelada reconciliación, del perdón que resulta difícil, pero no imposible, frente al atroz daño causado. Sin duda que los miles de personas que la vieron esperaron en algún momento que […]
Señor Director:
La presencia de la señora Quintana en la televisión y la prensa escrita pudo haber servido como un factor de búsqueda de la anhelada reconciliación, del perdón que resulta difícil, pero no imposible, frente al atroz daño causado.
Sin duda que los miles de personas que la vieron esperaron en algún momento que tuviera un gesto, que dijera algo diferente de sus deseos de castigo, de persecución implacable de los culpables, fueran quienes fuesen y donde estuvieran. Su mirada reflejaba el rencor, la rabia contenida y un evidente resentimiento. No hubo una palabra de compasión, ni menos de misericordia o indulgencia. Sólo la condena y el castigo.
A lo anterior, tampoco contribuyeron los periodistas conductores del programa, excepto uno de ellos, para que su actitud fuera diferente, para que se humanizara y reconociera que ella también tenía cierta culpa al portar los elementos que se inflamaron y que estaban destinados a causar el mismo daño que ella sufrió en carne propia. No hay plena claridad al respecto y la justicia ha sido vacilante.
Lamento, una vez más que se desperdiciara la ocasión para una lección de cierta grandeza de espíritu, de perdón, no obstante el daño causado y el tiempo transcurrido.
Francisco Vargas A.