The Economist y la reforma escolar
“El artículo quedó corto y falla porque no analiza la diferencia entre educación privada con y sin fin de lucro”.
En su última edición, The Economist analiza la expansión de la educación escolar privada en el mundo subdesarrollado, en particular en África y Asia. Como era de esperar, saludan el fenómeno dado que Kenya, Nigeria, India o Pakistán, entre otros, no han logrado brindar un mínimo de educación pública. Con tres argumentos justifican el optimismo. Primero, las familias contribuyen al financiamiento de la educación, complementando dineros públicos. Segundo, sostienen que la relación calidad-precio es superior en colegios privados en los que, tercero, hay más innovación e incorporación de tecnología.
Desde la perspectiva chilena, el artículo no es sorpresivo, puesto que analiza la situación de países pobres en etapas muy tempranas de desarrollo, a diferencia de Chile, que es más sólido institucionalmente y posee un ingreso medio-alto. En países pobres, se puede argumentar que el primer desafío es incrementar la cobertura del sistema escolar. En Chile, el desarrollo de la educación subvencionada fundamentalmente incrementó la cobertura escolar.
La evidencia chilena sobre calidad entre el sistema subvencionado y el estatal es mixta, en particular si se controla por el ingreso familiar (por el capital social y cultural que lo acompaña). The Economist reconoce, al hacer este ejercicio, que la educación pública en Chile es mejor. Respecto de la tecnología, en Chile vimos que la competencia entre colegios, al no poder ser por calidad, se manifestaba en atributos visibles como edificios, computadores, etc…
El artículo quedó corto y falla porque no analiza la diferencia entre educación privada con y sin fin de lucro. En Chile esto ha sido controversial: nuestra reforma permite la educación privada realizada por instituciones sin fin de lucro, tal como en Holanda o Bélgica. ¿Por qué? Desde una perspectiva económica, el problema son las asimetrías de información entre el empresario educacional con las familias y el Estado: es altamente probable que aquel las utilice para su beneficio y contra los objetivos del sistema (por la naturaleza del conflicto de interés que tiene).
La regulación óptima es compleja y requiere del Estado un convencimiento de su rol supervisor. En Chile, donde el Estado es más desarrollado que sus pares en África y el sur de Asia, tal convencimiento tomó más de 20 años desde el inicio del copago. ¿Por qué sería distinto en África? Respecto de la reforma actual, el artículo destaca el término de la educación con fin de lucro pero no ahonda en ello. Dadas las diferencias entre Chile y los países de la muestra, pudo haber hecho un esfuerzo adicional analizando la discusión hoy en Estados Unidos entre los charter-schools y la educación pública. De haberlo hecho, se habrían establecido argumentos que, en lo sustancial, habrían dado a la reforma escolar chilena un respaldo importante.