Tranvía
Señor Director: Con todo el respeto hacia nuestros expertos urbanistas, colegas arquitectos e ingenieros, los pronósticos que hacen en su edición del jueves 27 son insuficientes y cortoplacistas. El parque automotor crece a una tasa imposible de contener, como con claridad y certeza científica lo expusiera Marcial Echeñique hace casi veinte años; y así como […]
Señor Director:
Con todo el respeto hacia nuestros expertos urbanistas, colegas arquitectos e ingenieros, los pronósticos que hacen en su edición del jueves 27 son insuficientes y cortoplacistas. El parque automotor crece a una tasa imposible de contener, como con claridad y certeza científica lo expusiera Marcial Echeñique hace casi veinte años; y así como van las cosas ninguna calle será suficiente para contener nuestros autos, y ese es el derrotero con el que se debe planificar. En Amsterdam, Gotemburgo y Heidelberg, como en tantas ciudades europeas donde se incorporó el tranvía como pieza fundamental del transporte local, se potenció con ello el carácter peatonal y local , el patrimonio arquitectónico y urbano de esas ciudades, lo que con otro medio de transporte masivo no se habría logrado. Pero nuestra realidad no es igual. El automóvil debe relegarse a rutas locales laterales, cruces y caleteras de acceso a vías de alto tráfico subterráneas, que separen la masa de automóviles que invade esas áreas sólo para cruzar de un extremo a otro. Es cierto que en la Avenida Las Condes no se puede instalar sólo un tranvía sobre sus calzadas, cuando existen flujos ineludibles que respetar. Lo lógico entonces será planificar simultáneamente la concesión de una línea de Metro con pistas laterales para automóviles, que suba por Las Condes al menos hasta Lo Barnechea. De esta manera, con justicia urbanística, la superficie quedaría libre para parques con tranvías, ciclovías y equipamiento cultural, entre otros programas de escala local.
Mauricio Cozzi Paredes
Arquitecto