Un deseo llamado tranvía
“El tranvía sería la primera iniciativa en Santiago oriente que quite espacio a los autos para entregárselo a otros modos más eficientes”.
El ministro de Transportes y los alcaldes de Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea firmaron esta semana un protocolo para la construcción del tranvía de Las Condes. Este servicio —que recorrería un trayecto de 8,8 kilómetros desde Manquehue hasta La Dehesa, con once estaciones— podrá transportar a unas 50 mil personas por día, en trenes que circularán con una frecuencia de cuatro minutos.
El acuerdo suscrito despeja una de las principales trabas que habían bloqueado la concreción del proyecto: la integración con Metro y Transantiago, y lo deja en condiciones de ser licitado en 2017. Es de esperar que se concrete en las fechas estimadas, aunque los 15 años de anuncios que han rodeado la iniciativa invitan a la cautela, a la paciencia, o mejor, a ambas cosas.
De concretarse, el proyecto ofrecerá una alternativa de movilidad más predecible y menos contaminante para quienes viven y trabajan en el sector oriente de Santiago. Pero su impacto van más allá de una nueva opción de transporte público. Según los bosquejos conocidos, el tranvía utilizará las pistas centrales de Apoquindo y Las Condes, y se habilitará además otra vía con preferencia para buses. Esto significa que las pistas para automóviles en estas avenidas se reducirán de tres a una por sentido.
Es evidente que esto producirá un impacto gigantesco en el tráfico, transformando dichas arterias en calles de servicio, útiles para quienes acceden al comercio existente, pero un infierno si se pretende usarlas para cruzar la ciudad, como ocurre hoy.
Convendría advertir esto con claridad, aunque no sea necesariamente criticable. Si bien pueden discrepar respecto de priorizar buses o trenes, prácticamente todos los urbanistas y expertos en transporte coinciden en la necesidad de privilegiar el transporte público frente al particular. Como la capacidad de las calles es limitada, la única forma de hacerlo es reasignar espacio vial, quitándoselo a los autos para entregárselo a otros modos más eficientes. Diseñado de esta manera, el tranvía sería la primera iniciativa de política pública en el sector oriente de Santiago que cumpla esta condición, lo que ya se ha hecho en otras zonas de la ciudad mediante corredores de buses y vías exclusivas.
Las autoridades consideran que así impulsarán a los usuarios a bajarse del auto. Se trata de una decisión arriesgada y que seguramente enfrentará una fuerte oposición, pero que parece ir en la dirección correcta si lo que importa es el crecimiento sustentable de la capital.