Candidatos inesperados
“Los partidos políticos, que tienen por función representar a grandes sectores de la población, están fallando en su función aglutinadora”.
En el Reino Unido y en Estados Unidos, cunas de la democracia representativa, la política veraniega ha elevado a candidatos sorprendentes, tanto para expertos como para los mismos electores.
El nuevo líder del Partido Laborista británico, Jeremy Corbyn, ha abogado por el desarme nuclear unilateral de Gran Bretaña, su salida de la OTAN, la eliminación de la monarquía, y la nacionalización de los ferrocarriles y del sector energético. Su postura es una de las más izquierdistas en la historia del partido. Aunque ha representado a los laboristas en el Parlamento desde 1983, Corbyn triunfó en gran medida porque representa lo más distante posible al liderazgo tradicional de esa colectividad. Figuras como Tony Blair, Gordon Brown, Jack Straw y David Miliband advirtieron que la selección de Corbyn haría imposible que el partido pueda ganar una elección general, lo que sólo fortaleció su respaldo entre los militantes tradicionales y nuevos adherentes.
Un fenómeno similar ha ocurrido en Estados Unidos. Donald Trump y Ben Carson tienen reducidos lazos al Partido Republicano, y a pesar de ello encabezan las encuestas de esa colectividad. Trump se jacta de su capacidad para negociar y ganar dinero, como si fuera ese el único requisito para un Presidente, y sus ataques contra inmigrantes mexicanos son tan equivocados en los hechos como aberrantes de la moral y de la compasión humana. Carson, un neurocirujano pediátrico, es tan quitado de bulla como Trump es pomposo y arrogante, pero los une su distancia a la clase dirigente de la administración pública y su rechazo a todo lo políticamente correcto.
En el Partido Demócrata, la mayor amenaza a la candidatura de Hillary Clinton es del senador independiente Bernie Sanders, que aventaja a la ex secretaria de Estado en las encuestas de New Hampshire y Iowa, estados críticos en el comienzo de las primarias. Sanders considera que el sistema político y económico, más que ser mejorado, como promete Clinton, debe ser cambiado, para eliminar las inequidades que, afirma, han sido impuestas por multimillonarios que oprimen a la masa laboral.
Lo que une a estos cuatro candidatos es su desprecio por el funcionamiento de las instituciones tradicionales y su conexión con quienes se sienten maltratados por otros sectores de la sociedad. Han puesto énfasis en lo que divide a los ciudadanos y no en lo que los une. Y los partidos políticos, que tienen por función representar a grandes sectores de la población, están fallando en su función aglutinadora.