Corte de La Haya
Señor Director: En el entendido de que el fallo de La Haya no implica cesión territorial, ese tribunal se autoasignó competencia para resolver si Chile tiene la obligación de negociar. En esta hipotética negociación nuestro país no tiene nada que ganar. Ahora bien, Chile siempre ha estado dispuesto a participar de cualquier negociación que no […]
Señor Director:
En el entendido de que el fallo de La Haya no implica cesión territorial, ese tribunal se autoasignó competencia para resolver si Chile tiene la obligación de negociar. En esta hipotética negociación nuestro país no tiene nada que ganar. Ahora bien, Chile siempre ha estado dispuesto a participar de cualquier negociación que no signifique cesión territorial, sin previa sentencia de La Haya. ¿Qué sentido tiene entonces la continuación del juicio, si lo resolutivo del fallo sólo podrá referirse a la concreción de esas negociaciones, a las que nuestro país siempre se ha allanado?
Queda de manifiesto que la pretensión de Bolivia es que el tribunal resuelva en equidad, y no en derecho, esto es, de acuerdo al real arbitrio y personal concepto de justicia de sus integrantes. Ya nos ocurrió parcialmente en el litigio con Perú. Nuestro país no debiera soslayar la realidad de que sus irrefutables argumentos jurídicos fueron desestimados. Ahora la Corte se apresta a dar paso a su vocación de equidad y “emparejar la cancha” en materia de acceso soberano al mar, mediante una sentencia a la que el país no se debe exponer. Es atendible entonces la posición de quienes abogan por abandonar el juicio, o el Pacto de Bogotá, dejando sentada nuestra vocación negociadora de acceso al mar para Bolivia, sin cesión territorial.
Mario Cortés Cevasco