El difícil camino hacia la paz
“Hay dudas de si los jefes locales obedecerán a los líderes que están en Cuba o formarán sus propios grupos de rezagados”.
Un paso definitivo hacia la paz en Colombia parece la firma del Acuerdo de Creación de una Jurisdicción Especial para la Paz, que el Presidente Juan Manuel Santos y el principal representante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Rodrigo Londoño, ratificaron el miércoles en La Habana.
Ha sido un avance importante en el proceso de pacificación, iniciado en 2012 a instancias de Noruega y Cuba, y que tiene como países acompañantes a Chile y Venezuela. La presencia en esta mesa de nuestro país, acordada durante el gobierno del Presidente Piñera, tuvo como propósito equilibrar políticamente la conformación del grupo de naciones que se involucraron en este gran desafío.
En este tiempo se han suscrito acuerdos vinculados con reforma rural, participación política y solución al problema de drogas ilícitas. Este último asunto es crítico, pues las FARC han establecido redes de narcotráfico que les permiten financiarse y conseguir recursos que manejan en cuentas internacionales, lo que seguramente, a la hora del desarme, podría tentar a los jefes para quedarse con esos fondos.
Londoño -alias Timochenko, un homenaje al general ucraniano del Ejército soviético, amigo de Stalin- ha refrendado que con este último acuerdo debieran dejar las armas en 60 días y llegar a la suscripción de la paz definitiva en marzo próximo. Así también lo ha comunicado el Presidente Santos, quien debiera recoger los beneficios electorales de esta paz inminente en los comicios regionales y municipales que se celebrarán el próximo mes.
Sin embargo, para el ex Presidente Álvaro Uribe, cuyo padre fue asesinado por las FARC, el actual Mandatario se equivoca al equiparar a los guerrilleros con las Fuerzas Armadas al momento de enfrentar a la justicia, y cree que abrir las puertas de la participación política a las FARC iguala a los terroristas con la sociedad civil. Uribe ha sido implacable con Santos por no haber exigido a los más de seis mil 500 integrantes de las FARC, que deberán acatar este acuerdo de pacificación en seis meses más, que entreguen las armas. Para algunos analistas existen dudas acerca de si los jefes locales obedecerán a los líderes que están viviendo en Cuba, o si se resistirán y formarán sus propios grupos de rezagados.
Mientras tanto, la comunidad internacional ha acogido el anuncio de manera positiva. Incluso se ha mencionado que el propio Papa Francisco, en su paso por Cuba, ha respaldado las gestiones de paz para un país que, después de medio siglo de lucha con la guerrilla comunista, y más de 220 mil víctimas, comienza a vislumbrar que la paz puede ser posible.