Esperando a La Haya
“Una fortaleza de la posición de nuestro país es que cuenta con una opinión uniforme y prácticamente sin disidencias”.
El 24 de septiembre se conocerá la sentencia del Tribunal de La Haya, y Bolivia ya preanuncia una victoria en sus aspiraciones de que la Corte Internacional de Justicia se declare competente para abordar la demanda marítima del país altiplánico.
Las especulaciones apuntan a que, a estas alturas, los dos gobiernos pueden tener indicios ciertos sobre la dirección del fallo. Aunque las partes no puedan admitirlo, cada país tiene en sus jueces ad hoc antenas perceptoras que, a su modo, pueden sugerir cómo se pronunciará el tribunal. Será para Chile un indicativo importante el saber si la elección de la jueza canadiense Louise Arbour fue acertada. Los bolivianos incorporaron a un juez marroquí que, como abogado especialista de estos temas, puede haber hecho algún guiño a Evo Morales, lo que justificaría la postura triunfalista con la que aparece por estos días.
Es cierto que Morales está trabajando para asegurarse la reelección permanente y ya adelantó que modificará la Constitución para ello, aprovechando el buen momento de su conducción. Sin embargo, a juzgar por sus acciones, el Presidente boliviano no se ha puesto en el caso de que la Corte se declare incompetente y rechace sus apetencias. Se sabe que en su momento los abogados externos le recomendaron no presentar la demanda, porque ello sería perder, pero él ha insistido en que se trata de una causa irrenunciable e imprescriptible para su país. Ha señalado también que hay otros recursos que se pueden presentar. Es claramente una advertencia que, pase lo que pase el jueves 24, Bolivia seguirá bajo la consigna de su aspiración marítima.
Históricamente han sido pocos los períodos en que nuestro vecino ha tenido una relación tranquila con Chile, como ocurrió después de 1952, con Carlos Ibáñez en La Moneda y Víctor Paz Estenssoro en Palacio Quemado. El gobernante boliviano asumió una actitud ponderada y, como se recuerda, culpó del reclamo marítimo a una distracción de la oligarquía. Ahora no se ve posible esa meseta en las relaciones.
En Chile, mientras se espera la decisión, el canciller ha informado que no concurrirá a La Haya, en un gesto también significativo de lo que puede ocurrir. Pero el gobierno de la Presidenta Bachelet sabe que una fortaleza de la posición de nuestro país es que en esta materia cuenta con una opinión uniforme y prácticamente sin disidencias en todas las fuerzas políticas. Y que si, llegado el momento, hubiese que tomar decisiones mayores sobre la Carta de Bogotá, esa unidad resulta indispensable.