Inversión en el sector eléctrico
“En tanto no se concrete en obras, el interés de los inversionistas será inútil y se quedará sólo en halagos hacia el país”.
Se ha conocido que el mayor operador de redes eléctricas de Portugal, Redes Energéticas Nacionais (REN), se dispone a evaluar el mercado eléctrico chileno para proyectar su ingreso a éste, específicamente al segmento de la transmisión. Esto es una buena noticia, ya que la incorporación de nuevos actores a un mercado impulsa la competencia.
El interés de REN no es tampoco un hecho aislado, sino que se enmarca dentro de un contexto en el que diversos inversionistas extranjeros han manifestado su decisión de invertir en el sector eléctrico nacional. Los consultores especializados en este sector conocen de primera mano esta situación, pues han provisto de los estudios y análisis que dichos inversionistas requieren para conocer los intríngulis de este mercado y, de esta manera, poder tomar decisiones informadas.
Esta atracción por el mercado eléctrico chileno entre inversores foráneos motiva a una reflexión acerca de cuáles son las razones de este interés, considerando que la mirada interna tiende, por lo general, a ver el vaso medio vacío. Esta visión se fundamenta en los traspiés que han enfrentado proyectos como Barrancones, HidroAysén y Castilla, a los que se suma un conjunto de reformas legales anunciadas, algunas de ellas en curso, que introducen incertidumbre, como por ejemplo la reforma al Código de Aguas.
Contrasta entonces esta visión interna con la del vaso medio lleno que tienen las empresas extranjeras, que ven en Chile potenciales de expansión de sus operaciones. A veces los árboles no dejan ver el bosque, señalan desde fuera posibles inversionistas que, a la distancia, ven un país sólido, democrático y políticamente estable. Con una institucionalidad que opera y, además, con mucho por hacer todavía. El consumo per cápita eléctrico es bajísimo y se requiere de mucha más energía y obras de infraestructura que impulsen el crecimiento del sector, lo que tiene por objetivo final incrementar el bienestar general de la población.
Por cierto, no basta sólo con tener interés. En tanto no se concrete en obras, éste será inútil y se quedará sólo en halagos hacia el país. Persiste una debilidad que se relaciona con la obtención, por parte de las empresas, de una licencia social que legitime las obras de cara a las comunidades vecinas a ellas. En la medida que no se resuelva este nudo, el crecimiento del sector será muy bajo, aún en presencia de un interés muy alto de los inversionistas.