Lingüista
Señor Director: Lo que podría hacer al abogado profesor Carlos López Díaz un “fetichista de la alta cultura” (28/9) no es exigir razonablemente que sus estudiantes cumplan con las expectativas de formas públicamente asumidas de comunicarse (decir lo mismo de la manera más similar posible entre todos). Más bien, recalcar que es un profesor de […]
Señor Director:
Lo que podría hacer al abogado profesor Carlos López Díaz un “fetichista de la alta cultura” (28/9) no es exigir razonablemente que sus estudiantes cumplan con las expectativas de formas públicamente asumidas de comunicarse (decir lo mismo de la manera más similar posible entre todos). Más bien, recalcar que es un profesor de Derecho y enviar tal carta exigiendo valoración de parte de alguien que también está calificado. Hay una distinción importante que pareciera se le escapa: entre hablar como a un individuo se le antoje y respetar las distintas variedades de hablar. Wittgenstein hablaba de juegos del lenguaje y, siguiendo tal analogía, de lo que se trata es de respetar las reglas de un juego (es decir, no se juega como un individuo simplemente quiere jugar), pero tampoco tiene sentido afirmar la “supremacía” de un juego por sobre otro. En nuestro caso, las distintas formas de hablar están sumamente entremezcladas y reflejan la enorme riqueza de nuestras distintas culturas y, en parte, maneras de pensar. De otro modo, le pregunto al abogado profesor Carlos López, en su búsqueda por la correcta forma de hablar ¿por qué no buscar mejor la pureza del español antiguo? Y para el caso, siendo que sería un “latín impuro”, ¿por qué no mejor ir a la raíz y buscar hablar en el latín clásico, y así sucesivamente?
Alfonso Pizarro Ramírez