Segunda mirada: Correspondencia
Corren malos tiempos para la comunicación escrita. Y no por descuido de los proveedores de correo electrónico, por la acción de un “hacker” indiscreto ni por alguna debilidad del correo doméstico. Se trata, simplemente, del largo brazo de la justicia, que ha vuelto totalmente desaconsejable organizar chanchullos por cualquier método que deje un registro. Así […]
Corren malos tiempos para la comunicación escrita. Y no por descuido de los proveedores de correo electrónico, por la acción de un “hacker” indiscreto ni por alguna debilidad del correo doméstico. Se trata, simplemente, del largo brazo de la justicia, que ha vuelto totalmente desaconsejable organizar chanchullos por cualquier método que deje un registro.
Así lo han comprobado el senador Rossi, con su célebre “Estimado Patricio”; su colega Iván Moreira, quien dio una nueva dimensión al concepto de “raspado de olla”, y hasta el cardenal Francisco Javier Errázuriz, quien develó por carta su desconocido oficio de consultor estratégico y “speechwriter” de Fernando Karadima. Hasta Hillary Clinton ha bebido este trago amargo.
La mafia siciliana, en cambio, supo siempre cómo eran las cosas. Los padrinos y sus achichincles no usaban ni siquiera teléfonos. Sólo se comunicaban oralmente o a través de mensajes en papel, escritos a mano. Si usted anda en asuntos turbios o necesita financiar una campaña, haría bien en seguir el ejemplo.
J. J. Cruz