Segunda mirada: Federer
Roger Federer es para muchos, incluyéndome, el tenista más grande de la historia. No es por falta de competencia. Hay varios candidatos que podrían aspirar a esa posición: Borg, McEnroe, Lendl, Sampas, Agassi o, más cerca, Rafa Nadal, entre los que vi jugar. Seguramente Laver y Emerson también calificarían en la lista, al igual que […]
Roger Federer es para muchos, incluyéndome, el tenista más grande de la historia. No es por falta de competencia. Hay varios candidatos que podrían aspirar a esa posición: Borg, McEnroe, Lendl, Sampas, Agassi o, más cerca, Rafa Nadal, entre los que vi jugar. Seguramente Laver y Emerson también calificarían en la lista, al igual que algunas mujeres, como Steffi Graf o Navratilova. Por supuesto, como casi todas las discusiones de este tipo, se trata de un debate abierto.
Pero lo que encumbra al suizo no es sólo el número de torneos de Grand Slam que ha ganado (18), o que los haya conquistado en todas las superficies. Tampoco la elegancia de su juego, la variedad de sus golpes o su caballerosidad en la cancha. Anoche, tras perder la final del US Open frente a Novak Djokovic, con 34 años a cuestas y habiendo ganado todos los títulos posibles, a nadie hubiese extrañado que anunciara su retiro. Pero su reacción ante la derrota define su grandeza: “Perdí por mis errores. Tengo que mejorar”. Palabra de número uno.
J.J. Cruz