Un momio peligroso
Por Roberto Merino
Por Roberto Merino
Hay quien piensa que la popularidad de Manuel José Ossandón obedece a un atavismo del Chile agrario no del todo sepultado por las reformas y las modernizaciones de las últimas décadas. El senador representaría la figura del antiguo patrón: un poco brutal pero confiable, autoritario y pachorriento, y a la vez cercano. Comprensible para todo el mundo en la medida en que —como le gusta declarar— dice las cosas “cara a cara, mirando a los ojos”.
No se ve muy cómodo con chaqueta y corbata: algo sobra o aprieta. Su atuendo de batalla son unas camisas rayadas con el cuello desabrochado. Así aparece en los debates de la televisión, donde adopta la actitud del que no tiene nada que ocultar y sí mucho que exponer. Habla con una voz un poco carrasposa, en volumen muy alto, con un dejo arrastrado que delata su procedencia de cuico huaso conocedor de “la calle”. Uno se lo puede imaginar a caballo, subido en un jeep o en el campo, gritando instrucciones de una cuadra a otra.
Ossandón es lo más lejano que se puede concebir a un retórico parlamentario o a un académico sinuoso. Para él los matices se ven en los hechos y los gallos, en la cancha. No es hombre de números ni de citas. Es posible que la palabra que más se repita en su léxico sea “verdad”. Se ha posicionado como el hombre que dice la verdad y que además no tiene problemas en enfatizar que dice la verdad. Como prefiere la verdad a la corrección, se ha convertido en un díscolo dentro de su propio sector. Es más que nada un individuo, un carácter. “No creo en las órdenes de partidos”, confesó alguna vez. Y también ha manifestado: “Soy un momio peligroso”. Cuando se supo del caso Caval, dijo que la Presidenta tendría que haber echado a su hijo a patadas de su cargo.
Sus videos en facebook despliegan una batería de temas: abandono de Arica, espina bífida, basurales clandestinos en Puente Alto, el problema del tag para la gente de Tiltil, aprovechamiento de productos sobrantes en supermercados, tobilleras para los delincuentes juveniles. Para el pasado Mundial, subió una foto donde salía junto a la estatua de Marx y Engels en Berlín: era una especie de manda para que Gary Medel no se quedara fuera de un partido.