Hombre en suspenso
“Jorge Abbott Charme es primero que nada un enigma. A pesar de haber participado en varios hechos noticiosos de primera plana -entre ellos la condena de Maximiano Errázuriz, en 2009-, al momento de ser designado fiscal nacional su nombre no era muy reconocible para los no iniciados en los recovecos del Ministerio Público”.
Por Roberto Merino.
Jorge Abbott Charme es primero que nada un enigma. A pesar de haber participado en varios hechos noticiosos de primera plana -entre ellos la condena de Maximiano Errázuriz, en 2009-, al momento de ser designado fiscal nacional su nombre no era muy reconocible para los no iniciados en los recovecos del Ministerio Público. Tampoco se sabe bien hasta el momento qué se propone hacer, o sólo lo saben los expertos en leer intenciones en las entrelíneas de los discursos y de las conferencias de prensa. Uno de estos exégetas se refirió así a su reciente alocución ante el Congreso: “No dijo nada, sólo lo que tenía que decir”. Un acertijo.
Cosas que se dicen de él: que sabe exactamente dónde está parado, que puede soportar la peor de las preguntas con una sonrisa, que es un hombre bisagra, un hombre boya, un adormecedor, un administrador de paños fríos, un negociador duro y prudente a la vez, un tejedor de redes. Sus fotografías no agregan mucho. Se diría que para enfrentar la cámara dispone de dos o tres tipos de expresión, todas de cierta frialdad. Sus fotos cierran la posibilidad de imaginar cosas sobre su vida. Parece un gerente aclimatado por los años al aire acondicionado de una oficina ordenada con simetría.
Curiosamente Abbott es un sentimental: su música favorita son los boleros, mientras más llorones mejor. Su poeta preferido anda por las inmediaciones del género: Oscar Castro.
Ya se sabe que fue DC cuando joven, luego del Mapu, luego vino el golpe de Estado y pudo relacionarse fluidamente con el interventor militar de la constructora donde trabajaba. Sabe hacer churros y profiteroles, y tiene un campo en Olmué donde poliniza chirimoyas.
Su tercer nombre es Winston y usa la foto de Churchill en su perfil de WhatsApp. Pero su modelo existencial es el Presidente Manuel Montt, de quien es chozno, o sea casi tataranieto. Se diría que el fantasma de Montt (en algún momento además presidente de la Corte Suprema) ha determinado su vida y que de él ha sacado su idea de la austeridad. Cuando hace poco se reunió con Bachelet en La Moneda, hizo un aro para fotografiarse con el busto de su ilustre pariente.