Se enfrentan los modelos casi extremos que por un lado nos impulsan a ‘más mercado y menos Estado’ y por el otro a ‘menos mercado y más Estado’, ¿no será mejor definir claramente el rol de ambos en la búsqueda de la libertad, el desarrollo y las oportunidades igualitarias, fortaleciéndolos?
Estamos en un tiempo exquisito de análisis, discusiones, reflexiones y ejecuciones, un tiempo donde sin lugar a dudas se va fraguando algo nuevo, bueno, algo diferente, algo que muchos anhelamos y que espero pueda ampliar las libertades de las personas desde ‘la cuna’, superando pobrezas, exclusiones y marginaciones.
En medio de varias de estas conversaciones he escuchado y leído con frecuencia acerca de la ‘crisis del Estado de bienestar’ lo que me preocupa ya que de éstos hay varios modelos en Europa funcionando (por lo menos 4) y su suerte ha sido bastante desigual (de todos ellos podemos aprender). En efecto –siguiendo en parte la clasificación de Esping-Andersen- el Estado de bienestar ‘familiarista-conservador’ (p.e. España, Italia, Grecia, Portugal y en parte Irlanda) está en franca crisis por un centenar de razones sobre las cuales ya se ha escrito; el ‘liberal’ (p.e. Inglaterra y Alemania) ha logrado enfrentar la crisis mejor posicionado, con mayores fortalezas; el ‘socialista con mezcla capitalista’ (Europa del Este) sufre por su falta de definición y busca sobrevivir; por último el ‘social demócrata’ (Europa del Norte) ha hecho los ajustes necesarios para abordar los nuevos escenarios sociales (p.e. envejecimiento de la población, disminución de la tasa de natalidad e inmigración) y mantener el acceso a un bienestar común. En este último la participación de una sociedad civil fuerte, madura y activa ha sido fundamental, además de la ‘solidaridad institucional’ (gracias a los impuestos) está esa ‘solidaridad cotidiana’ del trato justo y del ejercicio responsable de la libertad.
Así mismo he visto como se enfrentan los modelos casi extremos que por un lado nos impulsan a ‘más mercado y menos Estado’ y por el otro a ‘menos mercado y más Estado’, ¿no será mejor definir claramente el rol de ambos en la búsqueda de la libertad, el desarrollo y las oportunidades igualitarias, fortaleciéndolos? Un tercer actor debería ser considerado aquí: la sociedad civil, es entre ésta, el mercado y el Estado donde se juegan las oportunidades igualitarias e institucionalmente garantizadas.
Trabajar persistentemente por la igualdad es colaborar en su sustancia con la cohesión, la justicia y paz social, con la felicidad y realización de las personas, con el progreso verdadero y con la libertad en serio, y es por lo tanto inevitable en este contexto un Estado que asegure dignidad a todos sus ciudadanos (y no privilegios sólo para algunos), un Mercado que funcione con reglas justas (y no uno que dependa de la fuerza y poder de algunos) y una Sociedad Civil madura que se hace responsable de lo que ocurre en su entorno (no manipulada ni extorsionada), y que trabaja arduamente por el trato inclusivo y la aceptación de los demás.