Con más de tres décadas de experiencia en causas sociales, el director de “Sociedad Anónima: Acciones de Solidaridad”, Benito Baranda, analizó los resultados del séptimo Estudio Nacional de Voluntariado. “La Segunda” conversó con el sicólogo, quien propone modificar el funcionamiento de las organizaciones sin fines de lucro, para incrementar la participación ciudadana, la transparencia y la confianza a la hora de recaudar recursos.
—Un 94% de los chilenos no participan como voluntarios, ¿faltan opciones?
—Para llegar al voluntariado hay que ser seducido por otros que lo han experimentado o vivir una situación límite de dolor que moviliza los deseos de servicio y despierta a una realidad que había permanecido oculta. Debemos extremar los esfuerzos para promover que aquellos —que han visto impactadas y transformadas sus vidas por esa entrega gratuita— lo comuniquen y entusiasmen a con quienes trabajan y viven, y sean portavoces de la ‘buena nueva’ de servir a los demás.
—Entonces, el resto nunca se motivará.
—Es importante que los voluntarios encuentren un espacio donde desarrollar su acción gratuita en beneficio de otros. Las organizaciones estamos en deuda porque es deficitaria la acogida, colocación y acompañamiento del voluntariado. En esto debemos avanzar ya que se puede generar un descontento que luego se comunica y levanta barreras al acceso de personas deseosas de servir.
—A aquellos que “aperran” como voluntarios cuando jóvenes ¿cómo pueden aportar cuando están a cargo de su propia familia?
—Las personas que aprendieron cuando jóvenes —gracias al voluntariado— a servir y jugarse por una causa, que lograron empatizar con su prójimo, ponerse en el lugar de los demás, y actuar considerando el trato digno, igualitario y justo, llevarán consigo para toda su vida estos valores y aprendizajes. Eso no significa que no haya que reestimularlos a nivel familiar como profesional. Tenemos que estar atentos a tres dimensiones de nuestra vida colectiva: ¿qué mirada tenemos de los demás? (dignidad); ¿cómo nos relacionamos con el prójimo? (igualdad); y ¿qué comportamientos y estilo de vida llevamos? (justicia).
—Algunas formas de donaciones han bajado, ¿no será porque las fundaciones no han transparentado sus gastos?
—Sin lugar a dudas la comunidad hoy exige mayor transparencia, participación, involucramiento y resultados a las acciones emprendidas por organismos de la sociedad civil que obtienen recursos de donaciones voluntarias. Algo se ha avanzado pero es insuficiente porque, por ejemplo, tenemos que revisar nuestras páginas webs y constatar que la gran mayoría son deficitarias. También debemos trasparentar el corazón de la acción, los costos implicados, el aporte público y privado, y cómo las mismas personas vinculadas a los programas sociales participan de ellos.
—¿Cuánto se desgasta una fundación en conseguir sus recursos? ¿Cómo mejoraría usted esta fórmula de supervivencia para las ONGs?
—Las fundaciones podemos crecer, conquistar y transformar la realidad a partir de nuestro propio testimonio, el núcleo de la supervivencia se basa en la coherencia entre el discurso y la acción, entre las prácticas internas y externas, entre la necesidad de la sociedad y la apertura de nuestras puertas para acogerla. Mientras más nos dejamos permear por la comunidad y el interés de comprometernos, más aseguramos la novedad, pertinencia y permanencia de nuestras acciones sociales.