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Aldo Schiappacasse

CARINAO NO PUEDE SOÑAR

Una investigación reciente del COCH determinó que en la Federación de Deportes Paralímpicos de Chile hay enormes deudas, mala gestión y fallas reiteradas en las rendiciones de cuentas, lo que pone en peligro la participación de los clasificados para los Paralímpicos, que se disputan quince días después de los Juegos, en los mismos escenarios presentados por Londres para la fiesta universal.

Por Aldo Schiappacasse
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Jorge Carinao sueña con estar en Londres 2012 porque en eso se le va la vida.

El 20 de diciembre del 2008, cuando participaba en una competencia de levantamiento de pesas, un accidente absurdo lo dejó parapléjico; recién cumplía los 17 años. Había realizado dos intentos por levantar 110 kilos y en el tercero la barra se le fue sobre los hombros, al caer se golpeó con el suelo y el pesado implemento le hizo palanca sobre sus extremidades.

La halterofilia era la pasión de Carinao desde los 14 años por lo que participar en esa prueba, a cinco días de la Navidad, era una obligación ineludible para un joven que quería colgarse todas las medallas en el pecho.

“En la clínica nadie me quería decir por qué no sentía las piernas. Cuando salí, me dio mucha melancolía, pena y rabia al saber que jamás podría concretar mis sueños”. Sin embargo, el temuquense decidió torcer su destino apenas tuvo conciencia cabal de que sus limitaciones físicas no cercenaban su voluntad.

Después de una ardua recuperación en el Hospital del Trabajador, Carinao –hoy de 20 años- volvió a competir. En los Parapanamericanos de Guadalajara, el año pasado, levantó un total ponderado de 133 kilos, obtuvo medalla de bronce y logró su clasificación a los Juegos Olímpicos.

Pero es probable que todo su esfuerzo sea en vano. Como suele ocurrir en el deporte federado chileno, la administración directiva de los recursos entregados por el Estado es una verdadera trampa para los deportistas, aún para aquellos más carenciados y necesitados.

Una investigación reciente del COCH determinó que en la Federación de Deportes Paralímpicos de Chile hay enormes deudas, mala gestión y fallas reiteradas en las rendiciones de cuentas, lo que pone en peligro la participación de los clasificados para los Paralímpicos, que se disputan quince días después de los Juegos, en los mismos escenarios presentados por Londres para la fiesta universal.

Carinao, con filosofía, reflexiona diciendo que “quizás, si hubiese seguido compitiendo en formal normal, jamás habría llegado a los Juegos, por lo que esto es una prueba de Dios para sobreponerme a mi destino”. Lo que no podía intuir el pesista es que superar las pruebas divinas a veces es más fácil que sortear los obstáculos terrenales.

La situación de la Federación que lo cobijaba es aún incierta: ha sido intervenida. Se hacen urgentes gestiones para resolver la situación que agobia a los paralímpicos chilenos, entre los que destacan Robinson Méndez, el tenista, y Cristián Dettoni, del tenis de mesa. En lo específico, Carinao debe apelar a la Federación de Pesas para resolver el problema –que se agrega a una tardía normativa sobre marcas exigidas- si quiere cumplir con el sueño de su vida.

Es aquí donde entra el rol necesariamente subsidiario del Estado con algunas disciplinas específicas. En la imprescindible ayuda a los atletas discapacitados o con carencias para entrenar o contar con la infraestructura de entrenamientos, no hemos sido capaces de acercarnos a las naciones más desarrolladas. El debate, que siempre se instala en el alto rendimiento o en la antesala de las grandes competencias, tiene grandes desigualdades.

Mientras Chile se prepara para una gran inversión con los Juegos Odesur y la postulación a los Panamericanos, seguimos en una política vergonzosa de entregar limosnas a quienes se preparan para representarnos en el extranjero.

Jorge Carinao ha debido luchar no sólo con sus incapacidades físicas, sino con el endémico mal que afecta a nuestra dirigencia. Con imposibilidades evidentes para financiar su preparación y para lograr los apoyos necesarios, está en el mismo limbo donde muchos otros que pretenden legítimamente cumplir sus anhelos más difíciles vegetan.

Sin una ley expedita para resolver este tipo de casos ni Fundaciones que acojan solidariamente a quienes han mostrado enorme sacrificio para superar las dificultades, lo suyo es un ejemplo más que claro.

A pocas semanas del inicio de los Paralímpicos, un muchacho que condicionó su vida tratando de superarse deportivamente no podrá colgarse una nueva medalla al pecho a no ser que los organismos pertinentes sepan sacarlo del laberinto de la ineficiencia, la burocracia y la falta de apoyos.

Esa es la verdadera pesa que Carinao no puede sostener.