¿Qué mejor lugar para trabajar puede existir que aquel donde mi misión personal (mi propósito) se alinea con mi quehacer diario? Y si lo hacemos sin generar externalidades negativas, perfecto! Estoy convencido de que la ciudadanía, el mercado, los consumidores queremos premiar esas empresas con nuestro voto en la compra.

Gonzalo Muñoz Abogabir, co-fundador y Gerente General de TriCiclos, co-fundador de Sistema B, fellow de Ashoka y de la fundación Siemens. Ha sido también co-fundador y presidente del directorio de la Viña Polkura una de las viñas boutique emblemáticas del Movimiento de Viñateros Independientes de Chile. También co-fundador de Comon -empresa distribuidora de servicios de alimentación enfocada en pequeños restaurantes y hoteles-, co-fundador y miembro del directorio Frutícola San Pablo, y Coordinador General de la Cumbre Aconcagua Summit 2011 – encuentro internacional para la humanización de la globalización
Tenemos un solo planeta, con sus límites y científicamente parametrizado. Y lo que ya no es novedad es que en muchos ámbitos ya hemos superado los límites planetarios. Mala noticia para el status quo, buena noticia para la innovación.
La innovación es central para abordar esta forma de pensar y actuar. Definitivamente no podemos seguir haciendo las cosas como lo venimos haciendo hasta ahora. Y no se trata sólo de incorporar ciencia y tecnología. Se trata de realmente pensar fuera de esa caja estructurada en la que se nos ha definido que debemos perseguir el éxito en nuestras vidas. El problema no son sólo los muros de la caja: es también lo que hemos entendido convencionalmente como éxito.
Justamente en las llamadas Empresas B (www.empresab.net) proponemos redefinir el sentido del éxito en el mundo empresarial. Ya no se trata de estar enfocado en un único horizonte reflejado en generar las más altas rentabilidades económicas en el menor tiempo posible. Se trata de resolver problemas sociales y/o ambientales, y como consecuencia generar los mejores resultados financieros. Tiene que ver con el “Para qué existe la empresa?” Y TAMBIEN con el “Cómo hace las cosas?” (la aspiración constante a las mejores prácticas).
Al igual que muchos, mi creencia es que esas empresas serán las más lucrativas del futuro. Y de esa forma habremos desdemonizado el lucro, una palabra tan polémica y cuestionada. El problema no está en el lucro. Todos necesitamos recursos económicos para sobrevivir y prosperar. El tema está en el Para qué y en el Cómo. El lucro puede ser una excelente consecuencia de haber resuelto un problema social o ambiental y haberlo hecho con las mejores prácticas del mundo. Cuando eso ocurre, se generan dos ciclos virtuosos adicionales. La sociedad tiende a premiar a esas empresas, y el empresario busca reinvertir y aumentar el valor en su propia cadena, maximizando el bienestar para todos los stakeholders.
Ahora bien, dado que las empresas las fundamos y gestionamos personas, el sentido del éxito nos lleva también a cuestionarnos directamente nuestras ambiciones personales. ¿Para qué trabajo? ¿Para qué vine al mundo?
Enlazando el motivo del emprendimiento con un tema a su vez tan relevante como lo es la búsqueda de sentido en el trabajo (Pegas con Sentido), aspirando a convertir los ambientes laborales en el mejor lugar para trabajar. La pregunta es simple: ¿Qué mejor lugar para trabajar puede existir que aquel donde mi misión personal (mi propósito) se alinea con mi quehacer diario? Y si lo hacemos sin generar externalidades negativas, perfecto! Estoy convencido de que la ciudadanía, el mercado, los consumidores queremos premiar esas empresas con nuestro voto en la compra.
Por último, he podido constatar que esta reflexión tiende a caer en terreno fértil muy rápidamente en tres grupos etareos. En primer lugar en los niños con la sabiduría del que cree que todo está amparado en el bien común. En segundo lugar en jóvenes idealistas que quieren cambiar el mundo. Y por último en personas mayores que cuando tienen la fortuna de no estar apremiados con las necesidades del corto plazo, descubren en sus nietos las mejores preguntas para hacerse respecto del futuro.
Si reunimos el bien común de esos niños, con la energía e innovación de los jóvenes y la sabiduría del que siente que tiene poco tiempo para gatillar el cambio, me imagino un mundo más sabio y sustentable que nace desde el centro mismo del mercado.