En un acto al que asistieron más de 450 personas, entre los que se encontraba el Padre Rodrigo Tupper, los diputados Cristina Girardi y Nicolás Monckeberg, los presidentes de los directorios de la institución, representantes de servicios de Gobierno, de Carabineros, de Fundaciones hermanas, religiosas y sacerdotes de capillas e iglesias de la comuna, de empresas que han apoyado en estos años, participantes de programas y familiares, se celebraron los 20 años de trabajo de la Fundación en Cerro Navia.
La ceremonia estuvo marcada por las palabras de quienes durante todos estos años han participado en cada uno de los programas, que llevan un pedazo de estas décadas de historia en sus vidas. Como una forma de reconocer el valor de esa experiencia, fueron cinco los testimonios que dieron a conocer qué ha significado para ellos, su familia y la comunidad el aporte hecho en este camino recorrido. “La oportunidad de estudiar en un colegio donde el foco está puesto en la persona; tener la posibilidad de convertirse en un agente social de cambio siendo de la tercera edad; valorar la educación y una vida sin drogas; que se abran puertas de trabajo para quienes tienen discapacidad intelectual”, fueron parte de estos relatos, fuertemente aplaudidos por quienes estaban presentes.
Luego, se vivió un momento especial, al reconocer que estos años de historia no serían posibles sin el trabajo comprometido y generoso de muchas personas que voluntariamente han entregado su tiempo, su experiencia y sabiduría. A cada uno de los voluntarios, se les pidió acercarse al escenario para que el padre Pablo Walker, Capellán del Hogar de Cristo, pidiera una bendición para ellos y entregara un mensaje de fuerza y esperanza también, a todos los educadores que hoy en día trabajan en la Fundación.
Niniza Krstulovic, Directora Ejecutiva de la Fundación, agradeció a cada uno su presencia y el apoyo en estos 20 años. Y destacó: “En un comienzo muy de la mano de la Vicaria de la Esperanza Joven y del Hogar de Cristo. Hasta el día de hoy me resuenan con fuerza las palabras del Padre Bernardo (misionero columbano, agente pastoral del sector, vecino y sacerdote de la comunidad Los Lagos). “Aquí tienen que participar aquellos que no tienen lugar, nadie puede quedar fuera”. Bernardo era un hombre de pocas palabras y estas las dijo con fuerza, con convicción. Han sido un mandato, una orden, una vocación. Un mandato con frutos, pues como un árbol que va multiplicando sus ramas, la Fundación fue creciendo, a fuerza de ser golpeados, exigidos, demandados por una nueva urgencia del sector. Allí estaban los jóvenes con discapacidad intelectual; allí los chiquillos entusiasmados por la droga; allí los jóvenes fuera de la escuela; allí las mamás adolescentes; allí jóvenes los que tienen esquizofrenia, allí los adultos mayores…. Frente a cada grupo la realidad nos mostraba, frente a cada nueva urgencia que esta comuna nos permitía ver, había dos posibilidades: o seguir de largo como el levita y el sacerdote de la parábola… o hacerle caso al mandato del P. Bernardo: “nadie puede quedar fuera””
Por su parte, nuestro asesor eclesiástico, Padre Eduardo Silva s.j., quien cerró la oratoria del festejo, agregó: “En estos 20 años de vida de la Fundación Chile ha crecido mucho y en Cerro Navia hemos vivido del chorreo del modelo. Las calles se han pavimentado, se han iluminado; nuestras escuelas y colegios tienen buena infraestructura, en nuestras casas hay televisores y muchos otros aparatos que antes no teníamos. Pero todavía el 22% de los casi 150 mil habitantes de la comuna se encuentra bajo la línea de pobreza y la mitad con mucha facilidad entra y sale de la pobreza. Es la cuarta comuna con peor índice de calidad de vida del país: baja escolaridad en muchos, alto embarazo adolescente, malas condiciones laborales… y podríamos seguir. Chile ha crecido, pero algunos han crecido muchísimo y otros muy poco. El “neoliberalismo con rostro humano” de estos años de Concertación no ha podido impedir que se concentre la riqueza y se mantenga la inequidad. El chorreo del modelo más parece goteo y hacia abajo llega poco agua. Es como si estando en un mismo tren los últimos vagones (con los índices recién recordados) avanzaran muy lentos y vieran como la locomotora y los de primera clase corren veloces”
Tras cerca de una hora y media, el grupo Napalé, estuvo a cargo de cerrar la jornada que culminó con música y un improvisado baile que dio cuenta del espíritu festivo y de alegría compartido.