Que un país tenga un desarrollo integral depende del estado en que se encuentre su infancia, y en nuestro país la infancia lo pasa mal (…)Aún no contamos con una legislación que esté a tono de la convención internacional de los derechos de infancia. En Chile los niños aún son considerados como menores (disminuidos) y tratados como in-fantes (sin voz).
En Latinoamérica hay sólo dos países que aún no modifican su legislación en orden a crear un sistema de protección integral de los derechos de infancia: Cuba y Chile. Así es. Chile, al igual que Cuba, firmó y ratificó la Convención de derechos de Infancia el año 1990, y desde entonces el Comité ha insistido en que debe crear un sistema de protección integral para la infancia. Y no es que no sea necesario. La situación en Chile es vergonzosa en temas de vulneraciones. Y no me refiero sólo al ámbito más crítico como la del SENAME, sino de todos los niños, niñas y adolescentes de nuestro país. Basta con decir que el año 2012 un estudio de UNICEF-Chile arrojó como resultado una cifra que costaba creer: el 72% de los niños y niñas -de todos los niños y niñas chilenos- dicen ser víctimas de algún tipo de violencia, ya sea física, psicológica o sexual. La cifra era tan escandalosa que el Ministerio de Interior, el año 2013, hizo un estudio parecido. El resultado fue un poco diferente: subió al 75%.
Hay bibliotecas rebosantes de estudios que demuestran, todos ellos, la importancia de la infancia para que un país tenga un desarrollo integral, social e incluso económico. Dicho de otra manera: que un país tenga un desarrollo integral depende absolutamente del estado en que se encuentre su infancia, y en nuestro país la infancia lo pasa mal. Nuestro país sufre de riesgos sísmicos y ha sido capaz de crear todo un sistema, admirado en el mundo entero según BBC Mundo, para prevenir catástrofes. Es probable que pronto contemos con sistemas de prevención de incendios, y aún no contamos con una legislación que esté a tono de la convención internacional de los derechos de infancia. Pero nada.
En Chile los niños aún son considerados como menores (disminuidos) y tratados como in-fantes (sin voz).
La Presidenta Bachelet ha dado una señal esperanzadora creando, en su cuarto día de mandato, el Consejo Nacional de la Infancia. Este consejo interministarial, “de reflexión y propuestas”, espero profundamente que se transforme pronto en una instancia de acción y medidas concretas. Necesitamos urgente una ley de protección integral y promoción de los derechos de infancia; además, un ente rector, con poder suficiente para coordinar todas las políticas de infancia, y un Defensor Nacional de los niños, niñas y adolescentes, autónomo de los gobiernos de turno. Menos que esto es como vivir en un país sísmico sin contar con una regulación antisísmica.